Libro de Visitas

miércoles, 31 de marzo de 2010

28/03/10 Domingo de Ramos y KKD gaditana en el Puerto de Santa María.



Lo de la quedada es un tema muy complicado. Vas, organizas una reunión amistosa de bikers, te metes en un follón de mil pares, comprometes a tus amigos y familiares en que te financien primero y preparen después una paella; luego pretendes establecer una ruta que satisfaga a todo asistente, y luego , inevitablemente hay gente que hasta se queja o se permite criticar. Total, un autentico berenjenal en el que se metió, esta vez, el amigo Merito de los “ToParriba” del Puerto de Santa María.

Por parte de los cañas y en Venta Vargas, nuestra habitual doble VV, Rumanu, Danielovic, Juan Ghz, Migué Cai, El Colegui, Makina, Navibel, el Chechu y un servidor. Ya en la zona de quedada, a la altura del Tiro Pichón, nos esperaba Acme que había llegado en tren desde la Isla, al rato apareció El Litri con su habitual carro de combate y poco después Güi con la familia y todo. Por los Montabay sólo Angelito, pero mejor representación imposible, eso con permiso de sus y mis colegas de Cádiz.

Ya en ruta y de camino hacia la Sierra de San Cristóbal, rodamos por sitios inéditos para mí. Parte del Polígono las Salinas y luego carriles paralelos a la carretera, algunos que nos obligaba a circular en fila india. Por el Polígono platicamos entre los bikers, entre ellos con el maestro “Il Cavalieri” de Arcos, al que ya conocía de otra KDD y que nos dio toda suerte de detalles del pedazo de buje trasero que tenía montado, que resultó ser un cambio automático ¡Menuda inversión! . Como otrora, Il Capo demostró ser todo un caballero, y de hecho tuvo unas palabras entrañables para nosotros, los cañasbike, en la página de la KDD.





Aunque el Puerto de Santa María sea eso, un puerto, a mayor ahondamiento, de mar, sorprende como dentro de su término municipal disponga de semejante sierra, tan agreste y tan predispuesta al ciclismo enduro. A resueltas de esa cercanía, los porteños amantes del BTT, se han curtido en un terreno en el cual, incluso, se ha celebrado algún que otro campeonato. Lo tienen tan trillado, que llaman bajadas con un poco de técnica a lugares por los que yo y muchos como yo, no nos tiraríamos ni locos por allí. Bueno, pues así es San Cristóbal y así también son los bikers que lo frecuentan por costumbre. Nuestro Güí es uno de ellos, y no en vano representa toda estas cualidades, y también por qué no, todos esos valores. Esto viene a colación de lo que sucedió después. En un alto para reagruparse, estaba la gente de Arcos mirando si se tiraban o no por una pared. El primero “Il Cavalieri”, sin problemas, luego dos o tres más, a esto “Güí” que empieza a llamar a un tal “Mascota” y el tal que aparece. Resultó ser un jovencito de fino cuerpo, melenita y una Lapierre plateada. Tírate tú – le dijo Güi. El Mascota diligentemente que le hace caso, le sigue un colega, también jovencito, que sorprende lo bien entrado en carnes que estaba. Ambos desde arriba controlan, miran por allí, por acá y el grueso que se lanza por donde los anteriores. Al final Mascota que lo quiere hacer bonito y en vez de pillar por el surco se lanza literalmente por la pared y llega al suelo como si nada. ¡Joder! Vaya muestra de técnica y control, tanto de la máquina como de la mente. Después de esto me voy para mi casa _le escuché decir a una que estaba atrás mía.

Mascota en plena acción:

Colegui está de enhorabuena, así que a felicitarlo:

Luego subidas y bajadas por doquier, el típico rompepiernas de San Cristóbal. En un repecho de carretera Juan Ghz que cae en la observación del buje del Cavalieri y le dice con su natural espontaneidad _ ¡Illo, que llevas ahí pisha! ¿Un motorcito? El otro que ya me comentó que está acostumbrado a que le digan de todo, le respondió que por supuesto. –Esto, esto me sube sin problemas a donde yo quiera-. Los dejé charlando, no sé como acabaría la conversación al final. Más adelante Mascota había pillado la cámara del Makina, y le estaba haciendo precisamente a Jose Antonio todo un reportaje.

Más subes y bajas, y como era de esperar venga a buscar las bajadas peligrosas, que yo conocía de otras veces y que no me hacían muchas gracias, de ahí que cuando Merito ofrecía una alternativa, Angelito, yo y unos cuantos cañas más prestamente optábamos por la alternativa.


Después vino la larga subida por la que yo siempre había llegado a la Sierra, esta vez tocó hacerla a la inversa. Estaba muy cuarteada por las lluvias y tanto Angelito como yo nos empleamos en bajarla con mesura. Casi al final, Merito se había puesto en medio, indicando un socavón, a esto que escucho tras de mí el ruido de alguien que baja descontrolado. _¡Que voy sin frenos! Lo percibo cada vez más cerca y después la caída y el tío metido en una zanja. Lo miro asombrado de que no se hubiera roto en mil pedazos, pues por llevar creo que no sólo no llevaba frenos, tampoco el casco. _Nada, nada…no preocuparse que no me ha pasado nada. ¡De coña! Después, en otro descenso, el mismo personaje lo vi bajando estrambóticamente frenando con los pies, rodeado de arboles y a pique de estamparse con uno, o con alguno de nosotros. A partir de ahí alguien debió decirle algo, pues ya no se le volvió a ver el pelo.

Después vino una fuerte subida, de las de emplease a fondo por la pendiente, pero a la vez muy bonita. El grupo se disgrega, le había perdido la pista a Rumanu, a Dani y a Chechu, el resto de los cañas estábamos todavía juntos, entre ellos El Litri que llevaba en el pantorrilla derecha una reciente herida de guerra.

Otra vez reagrupados, Merito que nos dice que nos vamos a lanzar por los toboganes. Alguien comentó que cual era la alternativa, pero a mí no me quedó muy claro o me despisté. Mérito explicó que se trataba de una bajada que precisaba un poco de técnica, pero nada serio, sólo un poco. Yo conocía los toboganes, y no precisamente por haberlos bajado en bici, no sé porque allí me lance, y en la primera bajada me topé con una buena piedra que hizo el mismo efecto que si hubiera tocado el freno delantero y eso con la inclinación que llevaba, ya os o podéis imaginar. Doble mortal con golpe en pecho, una “paulova” de libro. Me quedé boca arriba con un fuerte dolor en el pecho, creía que me había escoñado de verdad, pues me costaba respirar, en unos segundos aparecieron el Colegui, Angelito y unos cuantos más, rápido recobré el aliento y me hice esta vez los toboganes andando. Al final estaba el Makina haciendo fotos y ni para eso me subí en la bici. Cuando llegué al grupo “IL Cavalieri” me recrimina cariñosamente la poca caña que le estaba dando a mi Occam, le respondo que menos le iba a dar después del leñazo que me había dado. Ivan se acerca y me advierte de que tenía un moratón en la barbilla, no me había dado ni cuenta.

En un momento determinado el grupo volvió a desdoblarse y me vi incluido, en uno que habían decidido regresar al sitio de partida. Angelito y yo lo hicimos con suma tranquilidad, buena parte del camino lo pedaleamos junto a un par de jerezanos, uno de ellos con un maillot para temperaturas bajo cero, debía estar pasando un calor de miedo. _Tú eres es que se ha caído_ afirmó el otro jerezano, el que iba menos abrigado_ ¿De verdad que no te has lastimado?_ Físicamente no _ le respondí_ de lo otro ya veremos.

Durante el camino nos hicimos unas cuantas fotos, entre ellas estas de la espalda de Angelito para ver cómo le han quedado estampadas las letras de su grupo.


A partir de ahí y ya arregladitos, me fui para dentro del recinto (una especie de club privado) con el Colegí, en el bar pillamos un par de cervezas y nos sentamos junto a los únicos bikers que allí estaban haciendo lo propio y que resultaron ser dos integrantes de los “Paulovas Team” concretamente Talvin y Porteño. Se dijo algo de mi caída y Acme me aconsejó las pulseras para el equilibrio, de hecho llevaba una, Angelito otra. Al enterarse Porteño de mi incidente me aconsejó que me uniera a ellos -¿Por qué crees que nos llamamos los Paulovas? Me indicó – Yo me caigo en cada salida y eso, aunque esté de pié. Cuando llegó la paella tuvimos que bajar por unas escaleras y curioso fue observar como el Porteño dio un traspiés, perdió el equilibro y haciendo malabarismos, sólo a lo justó no se le cayó el vaso de cerveza. Desde luego, al menos Porteño, demostró ser miembro emérito del “Paulovas Team”.

A la hora de la paella sólo nos juntamos cuatro gatos, calculo que un 10 % de los que tomaron la salida. Podías repetir a gusto, y la paella, todo hay que decirlo, estaba de muerte y bien repleta de condimentos, lo que hay que agradecer a Merito a Merita y a la demás compañía. Sobró más de la mitad y eso que el Makina dio cuenta al menos de tres platos.




En el siguiente enlace os dejo algunas de las muchas fotos que hizo el Makina: