Libro de Visitas

domingo, 26 de septiembre de 2010

POR BORNOS CON EL GUTI

Hola soy el Guti, del Club Los Carajasos . Vuestro Dani se puso en contacto con un forero del Club Ciudad del Lago, le dijo que algunos CAÑASBIKE querían hacer una rueda de reconocimiento de su cicloturista; por casualidades de la vida, este, me lo contó y me ofrecí a acompañarles, pues yo tampoco había hecho la ruta tal y como la han planeado nuestro amigos bornicheros. Al acabar la jornada, el que llamáis Charlie, me habló de vuestro blog, y me pidió hiciera una pequeña crónica del recorrido y de la impresión que me habían causado los cañas, así que aquí estoy.

Vaya por delante que los Carajasos, cuando hablamos de nuestras salidas no tenemos pelos en la lengua, y por eso que nadie se me ofenda, que simplemente quiero ser sincero aunque a veces parezca maleducado. Así que esto es lo que puedo contar de los quillos por tierras bornicheras.

En teoría yo no necesitaba nada más que la memoria para hacer la ruta, pues había hecho las tres últimas cicloturistas de Bornos, sin embargo, ¡un carajo! Menos mal que los cañas traían un GPS. El Garmin de los cojones, más que un GPS parecía un “walkitalki” de antes de la guerra; menudo armatoste, pero bueno quien lo llevaba al cuello no era yo, si no Lagartone, vaya tela el nombrecito y aún encima el tío lo lleva estampado en el cullote. Pa mí que a este le deben sanar las heridas mu rápido y de ahí el sobrenombre.

Los cañas que vinieron a Bornos eran en su mayoría como yo, unos carrozones subidos a los pedales jugando a ser jovencitos, bueno había dos treintañeros, se notaba la diferencia edad, pues a cada dos por tres se despegaban del grupo, uno era el de antes, Lagartone que además del walkitalki llevaba unos hierros en los piños de esos de adolescente y el otro Danielobic, vaya personaje, también llevaba en el cullote un seudónimo mu raro, aunque estoy convencio de que es su apellido. Fíjate que hablaba muy en andalú, no je, yo lo he visto tan blanquito, que pa mi, que este ha venio de algún país del este de Europa, ahora bien, que peshá de habla sa pegao el tío, illo, es que no paró de hablar en tó er camino; yo iba a su lao con la lengua fuera y el bla, bla, bla, bla, dale que te pego, vamos que me sacó hasta la fecha de nacimiento de mi prima Mari Pepa, ¡Qué bien trabajao Manu! Me dijo un par de veces. Manu no, me llamo Guti, diminutivo de Gutiérrez.

Está claro que tanto Lagartone como Danielobic andaban muy bien, tanto que al primero le decían continuamente modesto o incluso modesta, está claro que este pequeño personaje es comedido y no le gusta destacar. El otro por el contrario de modestito tiene bien poco, a parte de destacá por su lengua, y por ir siempre en cabeza, vaya bicicleta que lleva el tío, por llevar lleva hasta unas llantas rojas a juego con la bici. Aunque eso sí, la mecánica no perdona a nadie y cuando estábamos subiendo a Villarmartín por una cuesta del carajo, ¡clá, clá! Yo no sé si fue la ruedina, la cadena o que coño, pero el Danielo se pegó un rodillazo contra el asfalto que todavía me duele a mí de recordarlo. ¡Illo!, se le puso un amoratao en la rodilla con un coló mas feo, que era pa verlo.

A los cañas está claro que os gusta darle a lengua y si Danielobic mueve ese músculo aunque sea subiendo una trialera, el tal Pablo no le desmerecía en absoluto. Un compañero me dijo que trabajaba de comercial, ¡ni que lo jure pisha!, le contesté, ¡vaya parla! Decía que estaba desentrenao, que no le dieramos musha guerra, que si esto que si lo otro y siempre sin parar. Al acabar la ruta nos metimos en un bar a tomar algo y no vea como tragaba er tio, ahora eso sí, quisquilloso a mas no podé. Al camarero lo tenía frito, pues tenía que traerle comida que no tuviera ni leche, ni na de productos lácteos, así que el resto nos quedamos sin probar los filetitos en salsa de roquefort que nos ofrecían como la ración por excelencia de la casa. Le pregunté si era alérgico a la lactosa y me dijo que no, que es que no le gustaba la leche. Luego al caer la segunda cervecita, se puso a cantar esa copla carnavalesca: Ta juro que solo ma tomao….una copita…una copita.

A diferencia de la mayoría de sus compañeros Rogelio hablaba muy poco, apenas si le escuché en todo el camino. Cuando nos perdíamos, o nos equivocábamos de camino, que no fueron pocas veces, el Pablo me advertía: ¡Verá el Rogelio! ¡Coño! Me lo dijo dos o tres veces y llegué a asustarme del personaje, y sin embargo no se porqué, pues me pareció un tipo mu atento, de esos que nunca se alteran y con un pedalar robusto, de esos que les da iguá ocho que ochenta. Ahora lo que si que me llamó la atención fue su manillar, pa un tipo de dos metros está bien, pero pa uno de su estatura. Cuando cogí un poco de confianza se lo comenté y mu serio me dijo, que si acortaba el manillar lo haría o por estética o por el coñazo que le estábamos dando todo el mundo.

Ochenta kilómetros dan para mucha cháchara, así que salieron muchos nombres de muchos cañas en veinte mil anécdotas, no me quedé con ninguno, salvo el de un tal Loren. Tengo ganas de conocerte pisha, pues esta gente no para de hablar de ti, de tu mujé, de tus salidas y de tus ausencias, que arte debes tener.

No vea er Kiko, en la ruta no hablaba musho, salvo para quejarse, pero en la venta no vea como largaba er tio. El Pablo me dijo que era el máster de los piques, no sé porqué, pues si alguien se picaba era él y no el Kiko. Ahora, se nota que está preparo, sabe de la bici mas que mi mecánico, yo me quedaba embobao escuchando que si esto de la nutrición, que si esto otro de la cubiertas, no vea, una eminencia.

El último de los cañas era uno que siempre quería ir pegado a los dos treintañeros, pero un ¡mojón pa él! Cuando apretaban las cuestas este, que le decían Charlie, siempre se quedaba atrás. En el mismo Bornos el Charlie se puso una tirita de esas en la nariz para respirar mejor, Pablo que lo vió le dijo que si había tiritas para el tamaño de su nariz. ¡Joe que fuerte! El otro le respondió con un simple ¡Illo, illo, que tu tambien estás bien servido! Er Charlie tampoco se quedaba atrás moviendo la lengua, y no vea que cabezón er tío.

Un barranco lo pasó primero Largartone, er Charlie fue detrás y se quedó en el intento, echó el pie a tierra, regresó diciendo esto se pasa, y claro que se pasaba. Pablo lo intentó y lo pasó, el otro se fue detrás avanzó un poco mas pero nada, pie al suelo y otra vea pa tras. Ahora le tocó a Danielobic, sin problema, y er Charlie que se lanza otra vez y cuando ya casi lo consegui, el tio que se cae aparatosamente de lado, por suerte encima de un montículo de arena. Se levanta mu serio y dise: ¡Los cojones la tercera va la vencida! Y suelta la bicicleta. Su compañeros comenzaron a reírse por lo bajini no fuera a mosquearse er Charlie, sobre todo Pablo, pero cuando ambos cruzaron las miradas este último rompió a carcajadas.

Ibamos entonces por un tramo de denso sotobosque, to mu bonito, donde a duras penas si se distinguía el suelo que para mas jodienda era de arena superfina, y no vea lo difícil que se hacía el rodar por allí. Danielobic en una de estas se le fue la rueda delantera y cayó en la arena, yo iba detrás del Charlie y le escuche reírse mu a lo bestia, pero antes de estallar de risa le pasó lo mismo que a su compañero, pero en vez de caer en la arena se cayó en un ramal, ahora íbamos todos partiéndonos el pecho, no llevábamos ni diez metros andados cuando veo a Lagartone dando una vuelta de campana y moviendo las piernas como si fuera un recién nacido dando patadas al aire. Aquí la explosión de risa ya fue super contagiosa, pero ahí no acaba la cosa, cuando todos estábamos mirando a Largarto este, también riendo nos señala y gesticula para que miremos detrás nuestra, allí tirado en el suelo estaba Kiko, quien entre las risas y la arena también había acabado en el suelo.

Vaya momento de cachondeo, desde luego si todas las salidas de los cañas son tan divertidas, voy a tener que apuntarme a más de una ¡Qué pesha de reir!

La cicloturista ciudad del lago, pa mi gusto este año tiene mucho de llaneo, una subida dura de plato chico en un tramo libre y otra subida aún más dura, también en un tramo libre, que termina con una trialera super espinosa que todos subimos porque Pablo nos echó una manita en el trozo más complicado.

Mis conocimientos de la zona al final sirvieron de bien poco, y ya no digamos del walkitalki de Lagartone, cuando estábamos a tiro de piedra de Bornos y cuando más se quejaba Danieolo porque iba a llegar tarde al curro, más nos fuimos desviando del camino. Yo recordaba de otras veces que había que acercarse al lago y recorrer los últimos kilómetros junto a su vera, pero por mucho que lo intentamos, na de na, más nos perdimos. Mirá si no esta foto:

La cicloturista esta claro que no circula por muchos de los sitios donde nos metimos. Un túnel que encontramos cerrado junto a la presa del pantano, nos desvió de la ruta y por mucho que investigamos y lo intentamos, no dimos con las mañas de continuar por el camino correcto, al final nos desviamos tanto que acabamos dando vueltas por un sembrao de algodón a pique de recibir un perdigonazo o bien de pegárnosla contra un muro de chumberas.

Era tarde y se nos estaba acabando el agua, pero ahí no acabó la cosa, al final nos metimos por un pedregal por el que estuvimos, to er tiempo, andando cuesta arriba, así durante varios kilómetros que terminaron por matarnos a tos.

De cualquier modo he echado una mañana tarde muy interesante con los amigos cañas, tan bien me lo he pasado que la próxima vez que tengáis pensando acercaros por la Sierra ya sabéis donde me tenéis, os acompañaré encantado.

TODAS LAS FOTOS:

http://img199.imageshack.us/slideshow/webplayer.php?id=img1476zi.jpg

El Guti

club los Carajasos

lunes, 20 de septiembre de 2010

VAYA FIN DE SEMANA-SABADO LAGUNA DE MEDIAN-DOMINGO UBRIQUE

Primero fue el sábado, a pesar de la hora, muy temprano no era, pues quedamos a las 09:00, pocos CAÑASBIKE y pocos Montanbay. La semana había sido pasada por aguas, así que el campo prometía estar húmedo, en previsión algunos de los habituales sabaderos aparecieron con sus flacas de señoritos, ellos se lo perdieron. Nosotros salimos muy dispuestos para el Meadero, la marea estaba baja y por eso pillamos por debajo del Puente. Bueno Tranquilillo y Kiko cogieron por la carretera, algo debían saber. Pronto nos metimos en el camino en construcción del tranvía, que se había convertido en un laberinto, charcos, tierra y piedras, nada que ver con el de antes y luego el fango de las salinas, que por mucho que la marea estuviera baja, se pegó bastante a la ruedas. Nada más comenzar Angelito hizo una de las suyas, supongo que quiso coger por un atajo para ponerse el primero, o algo similar, lo cierto tardó un buen rato en asomar por el puente y para cuando lo hizo se presentó con tanto fango como si se hubiera estampado contra un muro. Ni que decir tiene que echamos un buen rato adecentando la bici, el tiempo suficiente para darnos cuenta que también se le había roto el portabidones. ¡Bien empiezo la mañana! , dijo Angelito quiero creer, con buen humor.

Decidimos hacer la ruta de la laguna de Medina, como siempre, se rodó a buen ritmo, nada de treguas ni descansos, la lengua fuera todo el tiempo, algo que por demás, se ha convertido en la constante de nuestras salidas. Modesto me comentó que el jueves había salido entre semana con el supuesto grupo de los mal llamados parolimpicos, ¡Por los cojones de un borrico! ¡Menuda mancha de picaos!, dijo que Cegik y Magabe estuvieron tirando todo el rato como unos poseos, y al final lo que se prometía una salida tranquila se convirtió en lo de siempre, sálvese quien pueda, la media más alta de todas sus salidas.

Bueno pues así hasta los cocodrilos y en el sube y baja hasta la carretera, más de lo mismo, Angelito y Tranquilillo picándose en cabeza, Jose Mari super fuerte, Pablo 44 a la caza, yo entrando en el juego, Kiko echando hasta el hígado en las metas volantes que el mismo se marca, el otro Pablo, también desentrenado, intentando seguir al grupo, un poco más atrás, a su ritmo, que no lento, Guille y Nacho.

Ya en la laguna compactado el pequeño grupo, nos echaron hasta la bronca, pues algún cantamañanas, nos espetó que estábamos haciendo mucho ruido y que molestábamos a las aves. A los pajaraos les molesta tanto nuestra presencia como la del cantamañanas, pero que le vamos a hacer, ya lo dice el dicho ¡hay gente pa to!

Luego otra estampida hasta la venta de marras, nuevos piques y otra vez el grupo que se estira como un acordeón. ¿A donde voy?_ me dije a mí mismo marchando a la caza de los de cabeza, ¡Que mañana te espera una buena en la Sierra! Puse un desarrollo cómodo, pero ya, unas cuantas veces, me había pasado de vueltas.

Nacho tardó bastante en aparecer, en el camino se le había aflojado un tornillo pasante del amortiguador, a falta de herramientas mejores, no se le ocurrió otra cosa que pillar una piedra y liarse a golpes con el tornillo hasta meterlo en su sitio, como quien dice ¡por cojones! En el porche de la venta, tal si estuviéramos en un mesón manchego, lo primero que se nos presenta es una estatua del Hidalgo caballero conocido como Don Quijote y el fiel Sancho Panza a su vera, después de mi última crónica la foto se puso a huevo, no tuve más remedio que inmortalizarme ante los dos ilustres personajes, Kiko al lado se partía el pecho.

Después de las tostadas continuamos por la carretera del Pedroso hasta el cruce de Paterna y más carretera dirección Puerto Real hasta el cruce de las cañadas. Por fortuna a Nacho le iban pesando los kilos y los kilómetros, que ya llevábamos unos cuantos, así que me quedé con Jose Mari y Guille, haciéndoles compañía. De cualquier modo íbamos a buen ritmo, nada de pedaleo parsimonioso, este término ha desparecido del diccionario cañasbike. Lo dicho, así que para cuando nos metimos en las cañadas, no voy a aburriros contando lo que sucedió.

En la vía de servicio tímidamente se comenzó a rodar a buen ritmo, y comenzamos a darnos relevos, pero malamente, como casi siempre, osea, adelantado por la izquierda e impidiendo el descuelgue del que va en cabeza. Alguno ni se enteró de que intentábamos relevarnos y en vez de dar alguno se dedicó a dar palos, menudo desastre, Pablo se descojonaba.

En el último tramo me piqué con el master de los piques, nuestro buen amigo Kiko, tanto, que para cuando me di cuenta ya estaba en San Fernando y no me había despido de los amigos Montabay, lo siento, ¡palabrita del niño Jesus!, prometo no volver a hacerlo.

A la mañana siguiente cuando sonó el despertador a la 06:00 me las prometía muy felices, me vestí de romano, le puse las luces a la bici y tal cual salí enmochiclado para la V.V. Era totalmente de noche y la juventud regresaba de las marchas. En un paso de cebras hasta tuve que parar y dejar paso a una docena de guayabas muy bien maqueadas que exponían sus cachas alegremente. No se quien puso más cara de bobo, si yo o ellas, lo cierto del grupito se escapó un comentario: ¡Menudo colgao, a estas horas y ya dando pedales! Me imagino que eso es lo que parecía, un autentico friki.

En la gasolinera estaba Vicentini con un pantalón y unos zuecos estampados con calaveritas, este si que iba disfrazado de friki; también llegó Dani, que al final logró cambiar el turno y pudo apuntarse, Rogelio iba con su habitual camiseta de las salidas, estampada el mismo “chivo” que adorna su avatar; apareció después Jose Antonio “el Makina” ya doctorado en enseñanzas de conducción, el Pichurrin llegó apretado y muy fuerte de pecho, se notan las sesiones de gimnasio que se ha marcado durante el veranito, Manu y su fragoneta llegaron risueños, se notaban las ganas de dar pedales. Modesto que quería quedar a las 06:45 en realidad llegó a las 07:15, ¡es que mis bellas doncellas me han tenido liado hasta altas horas de la madrugada!, dijo al llegar, mostrándonos su mejor sonrisa.

Por el camino nada de pararse a desayunar, sólo bajarse del coche para montar la bicis,y lanzarse cuesta abajo y del tirón subir el muro, vaya tela, así sin calentar a lo bruto. No llevaba ni diez pedaladas cuando escucho tras de mí, ¡cla, cla, clas, illo, illo! El Dani que se baja de la bici y el primo que le ayuda. ¡ostia, qué se me ha salido la rueda trasera! Yo me puse mas blanco que el Dani, pues ya os podéis imaginar como bajó hasta el muro, si eso le llega a suceder unos minutos antes, ni lo cuenta, se nos hubiera “matao”. Pero a él, el susto, le duró bien poco, con su habitual pedaleo fácil me sobrepasó y lanzado se fue a por el grupo, que por supuesto no se había detenido, así que la primera parte del muro la hice mas acelerado de lo que me hubiera gusado, todo con tal de no quedarme rezagado. Tras de mí, Vicentini, resoplaba bufidos, pero a fin de no íbamos mal, además el piso no estaba tan blando como cuando la cicloturista, así que no perdimos la pedalada y poco a poco nos fuimos acercando al personal. Mas arriba Rogelio se metió en una encrucijada de piedras de la que no pudo salir pedaleando y al final acabó tras nosotros. Con la carretera terminaba el famoso muro, así que nos alegramos de verla, pero los de cabeza se encontraron a una senderistas lugareños que les indicaron que el muro continuaba por allí, y luego por allí, y después por allí y sin esperarnos cruzaron el asfalto y otra vez a subir trialeras. Parece como si se hubieran tomado un estimulante, pues a lo justo acertamos ver por donde se había metido, total que los seguimos por un “cuestón” sembrado de cardos secos, piedras y terrones, aquí no tuvimos más remedio que echar el pie a tierra. El grupo lo vimos perderse a lo lejos en la maleza, por eso cuando nos topamos de nuevo con la carretera, ni nos planteamos la posibilidad de que nuestros compañeros, hubieran seguido campo atravieso sin esperarnos. Hasta no hace mucho, los CAÑASBIKE nos deteníamos en los cruces, así que Vicentini y yo continuábamos por la carretera, lo mismo que, al parecer, había hecho Rogelio desde el primer corte. Así que nos empleamos en subir el Puerto del Mojón de la Víbora, por donde lo hace la cicloturista, véase, por carretera. Tan convencidos estábamos de ir los últimos que tuve que recordarle a Vicentini que la subida tenía poco de mojón, a ver si así bajaba el ritmo, pero la ansiedad nos pudo ambos y al final, ahora tiras tu, ahora tiro yo, y los dos pasados de revoluciones. Cuando a lo lejos divisamos el cruce de la Venta el Mojón, nos dio un respingo, había al menos tres ciclistas apeados de sus bicis, sin duda eran ellos, así que tanto Vicente como yo bajamos piñones, nos levantamos y esprintamos hasta el cruce tal si fuera una meta volante. Pero al llegar, nunca mejor dicho, ¡y un mojón!; los ciclistas resultaron tres carreteros que simplemente se limitaron a saludarnos. Unos metros mas adelante la Venta cerrada a cal y canto, ni un alma a su alrededor. ¿Dónde de demonios están estos tíos?¡Será posible! Nada Vicente, que hemos subido muy despacio, y ellos como, habrán pillado por un atajo, al final se habrán jartao de esperarnos y han tirado para delante. Este fue mi razonamiento, aunque el de Vicentini era bien distinto, que va Charlie, esta gente ha saltado la valla, se han metido en pleno parque natural y han cogido por donde la cicloturista.

Convencí a Vicente de que esa opción no era creíble, pues ya me parecía bastante raro que no nos esperaran en el cruce, pero de ahí a saltar vayas... Total que optamos continuar por carretera hasta la provincia de Málaga para enlazar después con el camino forestal, con lo cual si antes subimos a buen ritmo, ahora “pa qué”, figuraros, apenas si cruzamos palabra, hacía tiempo que sudábamos a borbotones y sólo se escuchan los regüeldos, gases y emisiones, de mi jefe de filas. Sonó el teléfono, entre que lo escucho, que me paro, que lo quito de su funda, total que salta el contestador; era Rumanu, le devuelvo la llamada pero pierde la cobertura. ¡Será posible! Lo dicho Vicente esta gente está en el cruce esperándonos desesperados. Así que sin pensarlo a subirse otra vez en la bicicleta y ha hacerles esperar lo menos posible. A divisar la señal que indica entrar en la provincia de Málaga, el jefe de filas expetó: ¿Joé, pero donde estamos? Unas cuantas cuestas más y por fin el cruce del camino forestal. Pero allí, ni un alma, solo dos coches aparcados. Saco el móvil y vuelvo a llamar a Rumanu, nada, ahora el que no tiene cobertura soy yo. ¡Ostias, Vicente! ¿Y Rogelio? Espero que sepa el camino, si no esto va a ser un cachondeo, cada uno por un lado. ¡Charlie!, a mi me da que esa gente ha saltado la valla. ¡Y dale con la valla!, que no hombre, que ese camino tenía muchos desvíos, si hubiéramos decidido pillar por ahí, lo hubiéramos hablado antes. Si, pues dime donde están si no. Andarán delante, no te preocupes, conozco el camino. Así que nos metimos por la vía forestal a subir primero cuestas y a bajarlas después. Llevaríamos unos 3 o 4 km cuando volvió a sonar el teléfono. Lo mismo de antes, que me paro, que saco el móvil de la funda, total que para cuando descuelgo se pierde la llamada. Se la devuelvo y ahora el Manu sin cobertura, ¡de coña! Suena otra vez el móvil, esta vez Santos, en vez de descolgarle le cuelgo ¡Vicente Pisha, esto no hay quien se lo crea! Llamo a Santos y por fin, le escucho. ¿Dónde estáis? Pregunta, pues de camino de la cuesta esa tan larga ¿Queeeeeeee? ¿Pero donde estáis? Repite el Pichurrín. ¡Joe, no te lo he dicho! Llevamos andado por los menos 20 kms. Escucha, te acuerdas cuando hicimos la ruta con Saky y Yoky, pues esa misma, ya hemos pasado Málaga. ¿Qué…Málaga? Pero si nosotros estamos esperándoos en la venta del Mojón, llevamos aquí tela de tiempo, espera que te paso al Manu.

Cuando le conté a Vicente la conversación, el mismo no salía de su asombro. ¡No me jodas Charlie, que los cabrones que no hemos esperado somos nosotros! Y todo después del calentón que nos hemos dado buscándolos. ¿Y ahora que hacemos? Pues le he dicho a Rumanu que le esperamos en el cruce. ¿Entonces tenemos que volver pa tras? Tenemos Vicente, tenemos. ¡Ofu! Verás cuando se enteren, mira que los gregarios abandonar a su jefe de filas ¡Tiene cojones!

Llegamos al cruce, sacamos la frutita de marras el platanito, y la gente que no aparecía. ¿Le damos el encuentro? Va a ser que sí. Pero no hizo falta, justo después de decir esto asomaron los colegas de esta guisa:

El grueso del grupo, al final, había completado la subida hasta la Venta del Mojón siempre por atajos. Habían descubierto un camino nuevo y como quiera que se encontraron con una subida francamente dura y además técnica, perdieron la ventaja que nos llevaban, de tal modo que, efectivamente, acábanos sobrepasándolos sin darnos cuenta. A Rogelio que iba rezagado si lo pillaron. Cuando llegaron al cruce de la Venta, hicieron lo que se debe de hacerse en estos casos, esperar a los compañeros.

Compactado el grupo a mi me costó cogerles el ritmo, las piernas me estaban pasando factura de la salida del día anterior. El Makina me recordó que las piernas tienen memoria ¡Vaya si la tienen! En cambio Vicente se acopló al ritmo de cabeza como si nada. Afrontamos las primeras subidas y ya en ellas el grupo dejó de ser tal para convertirse en grupitos, según dispusieron fuerzas. Viendo el personal que iba ya os podéis imaginar como fueron las bajadas y aquí había unas cuantas y bien largas, visto y no visto, Rogelio que iba tras de mí me advirtió del rastro a pastilla quemada que iba dejando. No me extraña. Después comenzó la gran subida, 5 km sin descanso, a las primeras de cambio Santos se descolgó, no en vano llevaba meses sin coger la bici, así que me vino de perlas, ¡Me quedo a acompañarte! Aunque todo hay que decirlo, mi intención era ponerle la rueda y ayudarle a subir, pero no se quien ayudó mas a quien, cierto que a veces tiraba yo, pero no menos cierto, las más tiró el de mí.

En cabeza Jose Antonio no sintió en las piernas la misma inactividad que Santos. Dijo tener buenas sensaciones, y por eso se puso a tirar del grupo con un ritmo mantenido de plena fortaleza, al que sólo pudo acoplarse Dani. Tras ellos, más en la honda de los mortales, Modesto y Manu competían por el siguiente puesto.

Manu, tal cual estuviera en un duatlon, al llegar aún tenía ganas de marcase unas carreras a pie,
nos recibió de este modo:

¡Nos vamos de regreso! ¿Ya?, dijo Rogelio entre admirado y sobrado. Llevamos muy pocos kilómetros ¿No? ¡Afu! Rogelio, cualquiera te cansa a ti, ¿Te han parecido pocos kilómetros? pues no te preocupes que aunque vayamos de vuelta, todavía nos quedan unos cuantos.

Nos metimos por donde discurrió la cicloturista tras el último avituallamiento, recordad que primero vino un descenso de bastantes kilómetros y después una subida de la misma distancia. Los mismos de antes y con las mimas sensaciones se fueron a la cabeza, atrás se quedaron Vicentini y Santos, en medio Rogelio y yo.

Antes de darnos cuenta, ya estábamos descendiendo por carretera hasta la Venta el Mojon, y desde allí, nada de continuar por la carretera, a descender el famoso muro pero desde el principio. ¡Menudo pasote, vaya descenso de los buenos!

Ubrique estaba de Feria, así que para acabar la ruta nos fuimos al bar de la plaza de toros, un duplicado de Magabe tomaba una cerveza apoyado en la barra. Nosotros dimos cuanta de lo habitual, no hace falta que os de más señas.

En el camino de regreso Modesto volvió a sorprendernos con multitud de curiosidades, la más llamativa, la comparativa de hacer el amor con el atletismo. Según Lagarto, la energía consumida y el ejercicio realizado al emplearse en echar un “casquete” es directamente proporcional al utilizado en una carrera de 800 metros lisos realizados a pleno rendimiento. Alguno le contestó, ¡bueno y yo que echo dos! ¿Qué pasa, que hago un 1.500 no? Y un tercero dijo: para un eyaculador precoz ¿cuentan igualmente los 800? Y además, ¿Y si ella se pone encima, cuentan de igual forma? ¿Y si se está gordito…? Illoooooooooooo, dejarse ya de cachondeo, que esto es mu serio, está científicamente probado ¡Ole!

Este grupo parecen los Reservoir dogs de la mtb ¿Qué no?





jueves, 16 de septiembre de 2010

DEL COMO SIETE CAÑASBIKE ANDUVIERON POR LAS SIERRAS DE ZAHARA

Para regocijo de vuesas mercedes, a continuación se relatan los fechos en los que siete zagales, bueno zagales, zagales, …, ¿Mancebos?¿Mozos tal vez, ¡Qué va! demasiado mocerío para tanta cana, dejesmolo pues en siete “semejantes”, con jubones estampados de CAÑASBIKE, dando probanzas de innegable valentía, dirigieronse hacia la fronteriza ciudadela de Zahara de los Atunes, tal día quomo el del pasado doce de septiembre, santoral del dulce nombre de María, a más señas domingo de septiembre del centenario y glorioso año de nuestro señor de dos mil diez y del quomo tuvieron que lidiar contra la desenfrenada natura, en forma de pronunciadas cuestas, altas temperaturas y del quomo el Señor de los Vientos, el hijo de Poseidón , a mayor abundamiento Eolo, se había comprometido en obstaculizar el derrotero de estos siete “virtuosos” de los pedales.

Es pues de saber, que en lo que dicen llamar salida o V.V., se encontraba el muy Honorable David, del renombrado Linaje de los Colegís; Rogelio laureado en lidies de caballería con las armas de Rogerfree; el Hidalgo Jesus más conocido quomo Capiyita o Señor de las Capiyas; el abolengado Manuel Gentilhombre de los sobrenombres, también conocido quomo Rumanu, Manu o el Rubio; Modesto Caballero Lagartone, que también responde a los títulos de Yugoslavo y al menos conocido de Capitán; el Respetable Don Juan de la rancia estirpe de los litricistas, famosamente Er Litri; y el Noble Carlos del blasonado linaje de los Ohol, Charlie para los amigos. Tal cual quijotes en sus rocines, aquestos son los acontecimientos y peripecias por los que pasaron estos siete paladines. Pasemos ahora, pues, a conocer los fechos en la lengua vernácula que se hablaba en la época en que acontecieron los episodios, relatados por boca y pluma de uno de sus artífices:

Sépase de antemano que la ruta era vieja conocida de algunos y novedosa de otros, por eso los primeros en la sapienza de los rigores de justicia con la que se planta, nada mas comenzar, la mal llamada cuesta de los sevillanos, con sus vertientes de porcentajes superiores a lo normal, tratáronla pues aquellos señores con la sensatez que da la experiencia. Palpitaciones, humedades y hasta ventosidades, disparáronse por dondequiera, no fuera a ser alguno, victima cruel de un “jamacuco”, por eso, ante el barrunto, algunos metiéronle a las cabalgaduras, el llamado molinillo, artificio este de gran recurso para cubrir dificultades a buen paso pero con mesura. Una valla apareciose providencial, momento que aprovechose para el respiro que da el estatismo. Comenzose ahora la verdadera subida por la quebrada Sierra Plata, el astro rey, por gracia de Dios, estabase posicionando y deslumbraba a los aventureros, lo suficiente, para que los mismos no acertaran bien la trazada, y eso con tanta piedra suelta, cuesta arriba y quomo iban, hacia mas peliaguda la derrota.

Yendo, pues, de esta guisa, dando vuelcos a un lado y otro quomo fariseos en paso, Don Juan, tal se viera en una batalla, fue a perder pedalada y de bruces diose con el mundo, por no decir el suelo. Pero no temáis, poco descalabro sufrió maese Litri, digamos, que últimamente está acostumbrado a pasar por estas luches, así que nada de nada, pusose rápidamente encima de la cabalgadura, y aunque lánguido cubrió con honor la cresta.


Es menester relatar quomo ego mismo y el venerable Capiyita, a tiempo que ya ni disfrutábamos de holganzas o vacaciones ni de jornadas intensivas, por lo que, al menos al principio costonos mas que a la media animar nuestras carnes, que aunque prietas estaban un tanto desmemoriadas, por eso, bien hubiéramos agradecido un piñón mas grande. Pero el que tuvo retuvo, dicese en el sabio refranero, así que sazonadas las piernas di en alcanzar a maese David, recuperando terreno determinéme alcanzar a los voluntariosos e incombustibles Modesto y Rumanu que a la cabeza imprimianle a sus cabalgaduras un buen ritmo. Al ver a estos dos adalides en cabeza, tan yuxtapuestos, vienenme a la memoria otros ausentes, caballeros de alcurnia y renombre, Don Danielovic de las Cañitas y Don Santos de los Pichurrines; imaginome a los cuatro tirando quomo locos y yo, tras ellos, quomo el quinto y el ultimo, a distancia, a duras penas estrechándolos.

Agruparonse los hidalgos en la cima de la cresta, en lontananza la amurallada Zahara mostrabase con pequeñez desusada. Asfaltada era ahora la calzada, y cuesta abajo, todo rectilineo hasta las ruinas de la romana urbe de Baelo Claudia. Lanceme quomo un poseso en la bajada, aprovecho una recta para ver si alguien seguiame, nadie, tiro de riendas y aparecen en apartamiento Rumanu y tras su estela maese Lagartone, en segundos llegan a mi vera y sobrepasanme en una cincuentena de varas, imposibles de recuperar pues trazan mejor las parábolas que el servidor de vuesas mercedes. Precisamente en una de esas curvas, una muy cerrada, una ráfaga de viento apareciose con endemoniada fuerza, tambaleome la montura, derrapose la rueda trasera. Yo, con esto, comencé a fligir, y más me susté con subidón de adrenalina, por no decir acojonome. Quedaronse mirandonos con bobalicona expresión, tres caminantes o modernos senderistas del quomo estábamos deslizándonos. En el último tramo dionos el viento totalmente de frente y con tanta fuerza que vismosnos fuertemente frenados incluso anduviéramos bajando.

Igual que otrora sucediere en la subida, agora en la bajada, tambien vinieronme a la memoria dos compañeros y caballeros de armas, estos de la casa de de los “Descender” Sir Gui y Sir Navibel. Estaban echando la jornada en una corrida que llaman el “Desafío del Buda”, que reproduce algo así, quomo la reconquista de tierras a los infieles, allá por retiradas tierras malacitanas. Representáronos con la fortaleza de piernas y de carácter de las que ambos van sobrados. Enterome después, que las pasaron putas, pero a fin de cuentas, la corrida, acabaronla y sobre todo concluyeronla con el orgullo del trabajo cumplido.

Al rematar el descenso, coincidimos todos en que había sido uno, especialmente, comprometido, al parecer en la órbita donde tuve yo el percance, el mismo, reprodujose en todos mis compañeros. ¡Huy, huy, huy……!

Una vez en el poblado de Bolonia organizamonos para hacer la subida hasta la loma de San Bartolomé en grupo y así lo hicimos para después llegar al poblado de Betis. En las faldas de la escuela de escalada aprovechamos un pequeño mesón para dar cuenta de algunas viandas y aclarar los gaznates. Luego, otro descendimiento, este por la dehesa del Chaparral que lleva a una calzada, que denominan Nacional y tras ella, el blanquecino camino de albero de Fates, con una sinuosa sierpe siempre visible al frente. Entre platicas del quomo era la pendiente, parecioles bien a todos lo que de ella se decía pero algunos, hicieronme poco caso, y a las primeras de cambio los insignes Modesto, Rogelio y David, salieron disparados tal villanas ballestas, quomo si fuera la cuesta un sencillo repecho. Hube de encontrar las mañas para dejar constancia del hecho, así que saqué el ingenio de retratar e hice unos cuantas estampas de los hidalgos ya alejados de mí por una centuria de varas. Al fondo Maese Rumanu, se lo tomaba con la calma y la quietud del hábito adquirido.

Más no bastó para alcanzarlos el esfuerzo que realicé, pues comenzaron las fuertes pendientes y ya las varas fueron distancia insalvables. Me vi, quomo siempre, trepando en solitario, que también, todo hay que decirlo, es lo más saludable. Con esto, a medida que aumentaba la altura, en igual simetría crecíase el viento de levante y tanto molestabame quomo agradecialo.

De las muchas curvas, en una, una ráfaga desplazome rudamente. Quando dime cuenta, estaba en una zona de arena y gravilla, con impedimento de seguir avanzando. Arriesgabame a caer a plomo, así que para salir del aprieto eché pie a tierra. Don Jesus de sus Capiyas, según contóme después, viéndome, a lo lejos, que yo apeabame de mi montura, dijose, ¡esta es la mía! Y aprovechó para hacer lo propio. Aunque en honor a la verdad, todo hay que decirlo, contóme también, que desmoralizose quando vio que volví a subirme para continuar el ascenso. Fue el momento en que el noble Jesus, conoció al apelado “Tío del Mazo”, insigne garrulo de fisonomía y catadura incierta, pero de seguro mal carácter, que ronda siempre altas latitudes y que nunca es bien hallado, pero que tarde o temprano todos terminan recibiendo su inoportuna visita y quomo no, catando, su inoportuno mazazo tal cual en el cogote.

Aún más acullá, al final, a maese Juan , ni se le avistaba. Díjome y confesóme después, que la cuesta se le había atragantado desde un principio, que hubo de sufrir rigores de justicia, de los que no pudo el hombre defenderse, si no a base de calamidades, calambres y toda suerte de jodiendas.

A lo lejos, arriba por lo circunflejo del camino, veiales yo a veces a los compañeros de ayuno y penitencia. El hidalgo Modesto manteniéndose en cabeza y a punto de conquistar la cima. Don Rumanu, poco a poco, quomo tienenos acostumbrados, fue atrapando a sus camaradas de armas, que en la cuesta no dejan de ser sus rivales. Dio cuenta primero del noble David y después del hábil Rogelio quien no dudó en presentar batalla dado, tal vez, su oficio belicoso.

Quando comienzan las desgracias en uno, parece que nunca hanse de acabar, que andan encadenadas y unas traen a otras. Eso mismo debió pensar Don Jesus, que para quando llegó a la cima de Fates, lo hizo no sólo con semblante serio, si no también con dolores en cabeza y garganta, vamos, que parecía quomo si hubieranle apaleado, tan mal cuerpo decía tener. Toquele la frente y estaba muy fría. Preguntome a la sazón si tenía un ibuprofeno, y yo contestele que era eso. Me indicó que se trataba de un invento de boticario que obraba milagros en eso de mitigar fiebres y desazones. No pude ofrecerle la susodicha gragea por la cual clamaba, sólo un poco de fruta deshidratada a la que pocos ascos hizole, y de la que dio buena cuenta.

Además de las calamidades por las que estaba pasando Don Jesus, florecía el sol, con el rigor de mediado el día, así que planteose el que hacer. Lo verdaderamente vistoso, comenzabase a vislumbrar precisamente donde encotrabamonos, el adentrarse implicaba proseguir el ascenso, así que dudose si regresar por el mesmo camino o seguir. Decidiose esto último, agora íbamos en grupo disfrutando del paisaje, a diestras las nubes y bajo ellas la Sierra de los Alcornocales presentabase en todo su esplendor, un ave de rapiña observabanos de mala manera, el reino celestial reflejabase de un azul límpido y el boscaje espeso quomo en ninguna parte. Pero por mucho que acompañaran las circunstancias la pájara de Don Jesus de las Capiyas era de las épicas. Impusose la voz de mando de la oficialía, que no fue otra que la del Señor de Rogrefree, quien vino a decir tal que así: faremos el camino más corto y con menos desnivel, descenderemos hasta la urbe mozárabe de Facinas y avanzaremos por carretera hasta nuestro destino. Dudose por algunos si tal era lo más adecuado y algo de saliva gastose en esas pláticas. Maldita la gracia que haciame pedalear por una carretera con semejante levantera, pero dado el sentido común dicta lo que hay que facer en cada momento, viendo el perfil de Don Jesus no quedaba otra.

Descendiese agora hasta Facinas con precaución, pues el estío habíase encargado de convertir en polvo la compactada tierra. Detuvimonos en la habitual fuente a reponer fuerzas y aguas, quando cruzose una moza rubia y blanca de buen ver a la que todos saludamos con acostumbradas reverencias y que no cejamos de observar hasta que desapareciose de nuestro campo. Don Modesto apreció la buena delantera de la damisela, otros con mayor descomedimiento apreciaron otras cosas. A mi no me pareció mal la moza para el deleite, así quomo el resto, di por poner en ella los ojos. Seguimos en estas llenando nuestras garrafas quando la buena moza volvió a asomar por donde habíase ido. Preguntonos con voz que sonaba a extranjería: ¿A dónde va esto? Al cielo, contestole Don Rogelio. A la doncella la farándula con la que respondiosele, no acabó de facerle mucha gracia, por eso acerqueme a ella y expliquele todo lo que quiso preguntar, al tiempo que el Hidalgo Rumanu, prestose a llevarla encima de su cabalgadura, si tal menester era de su conformidad. Satisfecha, pero sólo de informaciones, no penséis mal rufianes libidinosos, la grácil doncella convencida de que ni de calzado ni pensamiento iba preparada, deshizo el camino y caminando regresó al abrigo del cercano poblado.

Ya en Facinas Don Jesus insistió en su empeño de facerse con la grajea esa que aclamaba quomo ibuprofeno, así que tal cual metióse en un cobertizo o aparcadero para caballos de hierro y se la pidió a su ocupante. Sorprendiome mi ignorancia, pues enseguida el buen prójimo entendiolo a la primera, entro en su casa y al poco regresó con la oblea milagrosa. Mientras tanto Don Rogerfee fuese hacia unos paisanos que descansando platicaban de sus cosas a la sombra de unos árboles, interrogoles de la existencia de un camino, campo atravieso, que llevaranos prestos a Zahara. En verdad que el atajo existía, pero aún así debíamos hacernos al menos una legua por la carretera nacional.

En unos instantes metimonos en la carretera, caballos de hierro de todas las formas y tamaños adelantabanos a celeridades diabólicos, al poco un viento perverso comenzó a golpearnos con mantenida fuerza sobre el diestro costado. Verdadero pavor sentimos todos. Iba yo cerrando la fila pendiente del malogrado Don Jesus, quando en un santiamén tal fue la fuerza con la que Eolo soplonos que el Señor de las Capiyas tiró bruscamente de las bridas y sacó el pie de sus anclajes a pique de apearse. ¡Qué aprensión Virgencita Santa del Perpetuo Socorro! Supuse no ser el único, que no veía el momento de alejarse de aquesta ventura, así que para quando el céfiro sopló en el espinazo, apuré a Don Jesus para salir cuanto antes de allí.

Llegamos por fin al cruce, y a partir de ahí continuose por un camino a las veces parejo con nuestras cañadas, a las otras veces camino partido. Un servicial recorrido, con nimio desnivel. Completamoslo a buen ritmo, incluido Don Jesus, encumbrado ahora a las alcurnias quomo Don Jesus de las Catedrales, al final suficientemente recuperado de calamidades. Llegamos a Zahara pasadas las dos de la tarde. ¡De perdidos al río! Espetome el noble Rubio. Cierto, dijeme para mí, a estas alturas a nuestras esposas lo mesmo les daba llegaramos a las tres que a las cuatro, por llegar a tamaña deshora nos iban a dar la misma estopa. Así que quitámonos los sudorosos jubones, cambiamonos de calzas y gabanes y guiados por el fiel Modesto fuimos a la Posada de “el Pollo” donde atendionos el mesmo Pollo, aunque también sirvionos su hija, que imaginaros podéis, quomo le decían, si, si, lo que rima con olla,…, todo esto expliconoslo Don Lagartone, quien no en vano se ha pegado muchas correrías con la soldadesca por las escarpadas lomas del cercano Retín.

Con apetito de sed, dimos cuenta primero de un cuartillo de una bebida que fermenta el mismo “Pollo” con lúpulo y que llaman cerveza. Dimos cuenta después de tres buenas raciones de carne de caza y pescado.

Estando en esto atolondrados con lo bebido, comenzaron pláticas de guerra, menudeábanse los juramentos, murieron los brindis, recitaronse mil batallas y desproticose de amigos y enemigos.

Y aquesta fue la realidad que no ficción, de las peripecias de estos siete caballeros tal y quomo ha pasado a la historia. Consultados autores de notoriedad, refieren, que este tipo de episodios o sucesos continuaron protagonizándolos todos los días en que nuestro señor, Dios Todo Poderoso, dispusolos para descansar, cuentan igualmente que además hacianlo con plena dicha, para deleite de sus mentes perversas.

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