Libro de Visitas

lunes, 20 de septiembre de 2010

VAYA FIN DE SEMANA-SABADO LAGUNA DE MEDIAN-DOMINGO UBRIQUE

Primero fue el sábado, a pesar de la hora, muy temprano no era, pues quedamos a las 09:00, pocos CAÑASBIKE y pocos Montanbay. La semana había sido pasada por aguas, así que el campo prometía estar húmedo, en previsión algunos de los habituales sabaderos aparecieron con sus flacas de señoritos, ellos se lo perdieron. Nosotros salimos muy dispuestos para el Meadero, la marea estaba baja y por eso pillamos por debajo del Puente. Bueno Tranquilillo y Kiko cogieron por la carretera, algo debían saber. Pronto nos metimos en el camino en construcción del tranvía, que se había convertido en un laberinto, charcos, tierra y piedras, nada que ver con el de antes y luego el fango de las salinas, que por mucho que la marea estuviera baja, se pegó bastante a la ruedas. Nada más comenzar Angelito hizo una de las suyas, supongo que quiso coger por un atajo para ponerse el primero, o algo similar, lo cierto tardó un buen rato en asomar por el puente y para cuando lo hizo se presentó con tanto fango como si se hubiera estampado contra un muro. Ni que decir tiene que echamos un buen rato adecentando la bici, el tiempo suficiente para darnos cuenta que también se le había roto el portabidones. ¡Bien empiezo la mañana! , dijo Angelito quiero creer, con buen humor.

Decidimos hacer la ruta de la laguna de Medina, como siempre, se rodó a buen ritmo, nada de treguas ni descansos, la lengua fuera todo el tiempo, algo que por demás, se ha convertido en la constante de nuestras salidas. Modesto me comentó que el jueves había salido entre semana con el supuesto grupo de los mal llamados parolimpicos, ¡Por los cojones de un borrico! ¡Menuda mancha de picaos!, dijo que Cegik y Magabe estuvieron tirando todo el rato como unos poseos, y al final lo que se prometía una salida tranquila se convirtió en lo de siempre, sálvese quien pueda, la media más alta de todas sus salidas.

Bueno pues así hasta los cocodrilos y en el sube y baja hasta la carretera, más de lo mismo, Angelito y Tranquilillo picándose en cabeza, Jose Mari super fuerte, Pablo 44 a la caza, yo entrando en el juego, Kiko echando hasta el hígado en las metas volantes que el mismo se marca, el otro Pablo, también desentrenado, intentando seguir al grupo, un poco más atrás, a su ritmo, que no lento, Guille y Nacho.

Ya en la laguna compactado el pequeño grupo, nos echaron hasta la bronca, pues algún cantamañanas, nos espetó que estábamos haciendo mucho ruido y que molestábamos a las aves. A los pajaraos les molesta tanto nuestra presencia como la del cantamañanas, pero que le vamos a hacer, ya lo dice el dicho ¡hay gente pa to!

Luego otra estampida hasta la venta de marras, nuevos piques y otra vez el grupo que se estira como un acordeón. ¿A donde voy?_ me dije a mí mismo marchando a la caza de los de cabeza, ¡Que mañana te espera una buena en la Sierra! Puse un desarrollo cómodo, pero ya, unas cuantas veces, me había pasado de vueltas.

Nacho tardó bastante en aparecer, en el camino se le había aflojado un tornillo pasante del amortiguador, a falta de herramientas mejores, no se le ocurrió otra cosa que pillar una piedra y liarse a golpes con el tornillo hasta meterlo en su sitio, como quien dice ¡por cojones! En el porche de la venta, tal si estuviéramos en un mesón manchego, lo primero que se nos presenta es una estatua del Hidalgo caballero conocido como Don Quijote y el fiel Sancho Panza a su vera, después de mi última crónica la foto se puso a huevo, no tuve más remedio que inmortalizarme ante los dos ilustres personajes, Kiko al lado se partía el pecho.

Después de las tostadas continuamos por la carretera del Pedroso hasta el cruce de Paterna y más carretera dirección Puerto Real hasta el cruce de las cañadas. Por fortuna a Nacho le iban pesando los kilos y los kilómetros, que ya llevábamos unos cuantos, así que me quedé con Jose Mari y Guille, haciéndoles compañía. De cualquier modo íbamos a buen ritmo, nada de pedaleo parsimonioso, este término ha desparecido del diccionario cañasbike. Lo dicho, así que para cuando nos metimos en las cañadas, no voy a aburriros contando lo que sucedió.

En la vía de servicio tímidamente se comenzó a rodar a buen ritmo, y comenzamos a darnos relevos, pero malamente, como casi siempre, osea, adelantado por la izquierda e impidiendo el descuelgue del que va en cabeza. Alguno ni se enteró de que intentábamos relevarnos y en vez de dar alguno se dedicó a dar palos, menudo desastre, Pablo se descojonaba.

En el último tramo me piqué con el master de los piques, nuestro buen amigo Kiko, tanto, que para cuando me di cuenta ya estaba en San Fernando y no me había despido de los amigos Montabay, lo siento, ¡palabrita del niño Jesus!, prometo no volver a hacerlo.

A la mañana siguiente cuando sonó el despertador a la 06:00 me las prometía muy felices, me vestí de romano, le puse las luces a la bici y tal cual salí enmochiclado para la V.V. Era totalmente de noche y la juventud regresaba de las marchas. En un paso de cebras hasta tuve que parar y dejar paso a una docena de guayabas muy bien maqueadas que exponían sus cachas alegremente. No se quien puso más cara de bobo, si yo o ellas, lo cierto del grupito se escapó un comentario: ¡Menudo colgao, a estas horas y ya dando pedales! Me imagino que eso es lo que parecía, un autentico friki.

En la gasolinera estaba Vicentini con un pantalón y unos zuecos estampados con calaveritas, este si que iba disfrazado de friki; también llegó Dani, que al final logró cambiar el turno y pudo apuntarse, Rogelio iba con su habitual camiseta de las salidas, estampada el mismo “chivo” que adorna su avatar; apareció después Jose Antonio “el Makina” ya doctorado en enseñanzas de conducción, el Pichurrin llegó apretado y muy fuerte de pecho, se notan las sesiones de gimnasio que se ha marcado durante el veranito, Manu y su fragoneta llegaron risueños, se notaban las ganas de dar pedales. Modesto que quería quedar a las 06:45 en realidad llegó a las 07:15, ¡es que mis bellas doncellas me han tenido liado hasta altas horas de la madrugada!, dijo al llegar, mostrándonos su mejor sonrisa.

Por el camino nada de pararse a desayunar, sólo bajarse del coche para montar la bicis,y lanzarse cuesta abajo y del tirón subir el muro, vaya tela, así sin calentar a lo bruto. No llevaba ni diez pedaladas cuando escucho tras de mí, ¡cla, cla, clas, illo, illo! El Dani que se baja de la bici y el primo que le ayuda. ¡ostia, qué se me ha salido la rueda trasera! Yo me puse mas blanco que el Dani, pues ya os podéis imaginar como bajó hasta el muro, si eso le llega a suceder unos minutos antes, ni lo cuenta, se nos hubiera “matao”. Pero a él, el susto, le duró bien poco, con su habitual pedaleo fácil me sobrepasó y lanzado se fue a por el grupo, que por supuesto no se había detenido, así que la primera parte del muro la hice mas acelerado de lo que me hubiera gusado, todo con tal de no quedarme rezagado. Tras de mí, Vicentini, resoplaba bufidos, pero a fin de no íbamos mal, además el piso no estaba tan blando como cuando la cicloturista, así que no perdimos la pedalada y poco a poco nos fuimos acercando al personal. Mas arriba Rogelio se metió en una encrucijada de piedras de la que no pudo salir pedaleando y al final acabó tras nosotros. Con la carretera terminaba el famoso muro, así que nos alegramos de verla, pero los de cabeza se encontraron a una senderistas lugareños que les indicaron que el muro continuaba por allí, y luego por allí, y después por allí y sin esperarnos cruzaron el asfalto y otra vez a subir trialeras. Parece como si se hubieran tomado un estimulante, pues a lo justo acertamos ver por donde se había metido, total que los seguimos por un “cuestón” sembrado de cardos secos, piedras y terrones, aquí no tuvimos más remedio que echar el pie a tierra. El grupo lo vimos perderse a lo lejos en la maleza, por eso cuando nos topamos de nuevo con la carretera, ni nos planteamos la posibilidad de que nuestros compañeros, hubieran seguido campo atravieso sin esperarnos. Hasta no hace mucho, los CAÑASBIKE nos deteníamos en los cruces, así que Vicentini y yo continuábamos por la carretera, lo mismo que, al parecer, había hecho Rogelio desde el primer corte. Así que nos empleamos en subir el Puerto del Mojón de la Víbora, por donde lo hace la cicloturista, véase, por carretera. Tan convencidos estábamos de ir los últimos que tuve que recordarle a Vicentini que la subida tenía poco de mojón, a ver si así bajaba el ritmo, pero la ansiedad nos pudo ambos y al final, ahora tiras tu, ahora tiro yo, y los dos pasados de revoluciones. Cuando a lo lejos divisamos el cruce de la Venta el Mojón, nos dio un respingo, había al menos tres ciclistas apeados de sus bicis, sin duda eran ellos, así que tanto Vicente como yo bajamos piñones, nos levantamos y esprintamos hasta el cruce tal si fuera una meta volante. Pero al llegar, nunca mejor dicho, ¡y un mojón!; los ciclistas resultaron tres carreteros que simplemente se limitaron a saludarnos. Unos metros mas adelante la Venta cerrada a cal y canto, ni un alma a su alrededor. ¿Dónde de demonios están estos tíos?¡Será posible! Nada Vicente, que hemos subido muy despacio, y ellos como, habrán pillado por un atajo, al final se habrán jartao de esperarnos y han tirado para delante. Este fue mi razonamiento, aunque el de Vicentini era bien distinto, que va Charlie, esta gente ha saltado la valla, se han metido en pleno parque natural y han cogido por donde la cicloturista.

Convencí a Vicente de que esa opción no era creíble, pues ya me parecía bastante raro que no nos esperaran en el cruce, pero de ahí a saltar vayas... Total que optamos continuar por carretera hasta la provincia de Málaga para enlazar después con el camino forestal, con lo cual si antes subimos a buen ritmo, ahora “pa qué”, figuraros, apenas si cruzamos palabra, hacía tiempo que sudábamos a borbotones y sólo se escuchan los regüeldos, gases y emisiones, de mi jefe de filas. Sonó el teléfono, entre que lo escucho, que me paro, que lo quito de su funda, total que salta el contestador; era Rumanu, le devuelvo la llamada pero pierde la cobertura. ¡Será posible! Lo dicho Vicente esta gente está en el cruce esperándonos desesperados. Así que sin pensarlo a subirse otra vez en la bicicleta y ha hacerles esperar lo menos posible. A divisar la señal que indica entrar en la provincia de Málaga, el jefe de filas expetó: ¿Joé, pero donde estamos? Unas cuantas cuestas más y por fin el cruce del camino forestal. Pero allí, ni un alma, solo dos coches aparcados. Saco el móvil y vuelvo a llamar a Rumanu, nada, ahora el que no tiene cobertura soy yo. ¡Ostias, Vicente! ¿Y Rogelio? Espero que sepa el camino, si no esto va a ser un cachondeo, cada uno por un lado. ¡Charlie!, a mi me da que esa gente ha saltado la valla. ¡Y dale con la valla!, que no hombre, que ese camino tenía muchos desvíos, si hubiéramos decidido pillar por ahí, lo hubiéramos hablado antes. Si, pues dime donde están si no. Andarán delante, no te preocupes, conozco el camino. Así que nos metimos por la vía forestal a subir primero cuestas y a bajarlas después. Llevaríamos unos 3 o 4 km cuando volvió a sonar el teléfono. Lo mismo de antes, que me paro, que saco el móvil de la funda, total que para cuando descuelgo se pierde la llamada. Se la devuelvo y ahora el Manu sin cobertura, ¡de coña! Suena otra vez el móvil, esta vez Santos, en vez de descolgarle le cuelgo ¡Vicente Pisha, esto no hay quien se lo crea! Llamo a Santos y por fin, le escucho. ¿Dónde estáis? Pregunta, pues de camino de la cuesta esa tan larga ¿Queeeeeeee? ¿Pero donde estáis? Repite el Pichurrín. ¡Joe, no te lo he dicho! Llevamos andado por los menos 20 kms. Escucha, te acuerdas cuando hicimos la ruta con Saky y Yoky, pues esa misma, ya hemos pasado Málaga. ¿Qué…Málaga? Pero si nosotros estamos esperándoos en la venta del Mojón, llevamos aquí tela de tiempo, espera que te paso al Manu.

Cuando le conté a Vicente la conversación, el mismo no salía de su asombro. ¡No me jodas Charlie, que los cabrones que no hemos esperado somos nosotros! Y todo después del calentón que nos hemos dado buscándolos. ¿Y ahora que hacemos? Pues le he dicho a Rumanu que le esperamos en el cruce. ¿Entonces tenemos que volver pa tras? Tenemos Vicente, tenemos. ¡Ofu! Verás cuando se enteren, mira que los gregarios abandonar a su jefe de filas ¡Tiene cojones!

Llegamos al cruce, sacamos la frutita de marras el platanito, y la gente que no aparecía. ¿Le damos el encuentro? Va a ser que sí. Pero no hizo falta, justo después de decir esto asomaron los colegas de esta guisa:

El grueso del grupo, al final, había completado la subida hasta la Venta del Mojón siempre por atajos. Habían descubierto un camino nuevo y como quiera que se encontraron con una subida francamente dura y además técnica, perdieron la ventaja que nos llevaban, de tal modo que, efectivamente, acábanos sobrepasándolos sin darnos cuenta. A Rogelio que iba rezagado si lo pillaron. Cuando llegaron al cruce de la Venta, hicieron lo que se debe de hacerse en estos casos, esperar a los compañeros.

Compactado el grupo a mi me costó cogerles el ritmo, las piernas me estaban pasando factura de la salida del día anterior. El Makina me recordó que las piernas tienen memoria ¡Vaya si la tienen! En cambio Vicente se acopló al ritmo de cabeza como si nada. Afrontamos las primeras subidas y ya en ellas el grupo dejó de ser tal para convertirse en grupitos, según dispusieron fuerzas. Viendo el personal que iba ya os podéis imaginar como fueron las bajadas y aquí había unas cuantas y bien largas, visto y no visto, Rogelio que iba tras de mí me advirtió del rastro a pastilla quemada que iba dejando. No me extraña. Después comenzó la gran subida, 5 km sin descanso, a las primeras de cambio Santos se descolgó, no en vano llevaba meses sin coger la bici, así que me vino de perlas, ¡Me quedo a acompañarte! Aunque todo hay que decirlo, mi intención era ponerle la rueda y ayudarle a subir, pero no se quien ayudó mas a quien, cierto que a veces tiraba yo, pero no menos cierto, las más tiró el de mí.

En cabeza Jose Antonio no sintió en las piernas la misma inactividad que Santos. Dijo tener buenas sensaciones, y por eso se puso a tirar del grupo con un ritmo mantenido de plena fortaleza, al que sólo pudo acoplarse Dani. Tras ellos, más en la honda de los mortales, Modesto y Manu competían por el siguiente puesto.

Manu, tal cual estuviera en un duatlon, al llegar aún tenía ganas de marcase unas carreras a pie,
nos recibió de este modo:

¡Nos vamos de regreso! ¿Ya?, dijo Rogelio entre admirado y sobrado. Llevamos muy pocos kilómetros ¿No? ¡Afu! Rogelio, cualquiera te cansa a ti, ¿Te han parecido pocos kilómetros? pues no te preocupes que aunque vayamos de vuelta, todavía nos quedan unos cuantos.

Nos metimos por donde discurrió la cicloturista tras el último avituallamiento, recordad que primero vino un descenso de bastantes kilómetros y después una subida de la misma distancia. Los mismos de antes y con las mimas sensaciones se fueron a la cabeza, atrás se quedaron Vicentini y Santos, en medio Rogelio y yo.

Antes de darnos cuenta, ya estábamos descendiendo por carretera hasta la Venta el Mojon, y desde allí, nada de continuar por la carretera, a descender el famoso muro pero desde el principio. ¡Menudo pasote, vaya descenso de los buenos!

Ubrique estaba de Feria, así que para acabar la ruta nos fuimos al bar de la plaza de toros, un duplicado de Magabe tomaba una cerveza apoyado en la barra. Nosotros dimos cuanta de lo habitual, no hace falta que os de más señas.

En el camino de regreso Modesto volvió a sorprendernos con multitud de curiosidades, la más llamativa, la comparativa de hacer el amor con el atletismo. Según Lagarto, la energía consumida y el ejercicio realizado al emplearse en echar un “casquete” es directamente proporcional al utilizado en una carrera de 800 metros lisos realizados a pleno rendimiento. Alguno le contestó, ¡bueno y yo que echo dos! ¿Qué pasa, que hago un 1.500 no? Y un tercero dijo: para un eyaculador precoz ¿cuentan igualmente los 800? Y además, ¿Y si ella se pone encima, cuentan de igual forma? ¿Y si se está gordito…? Illoooooooooooo, dejarse ya de cachondeo, que esto es mu serio, está científicamente probado ¡Ole!

Este grupo parecen los Reservoir dogs de la mtb ¿Qué no?





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