Libro de Visitas

sábado, 11 de junio de 2011

CORTES 60-GUIA PARA AFRONTAR LA MARATON

CORTES 60 CONSIDERACIONES PREVIAS

Cortes 60 es distinto a todo, no es una carrera, aunque se cogen los tiempos. Sin embargo genera tanta expectación como un Campeonato Provincial.

Cortes 60 es una marcha de fondo, vamos, un maratón, pero con un trazado inconfundible, con sendas cubiertas de denso verdor, veredas por donde sólo pasan las cabras, zonas técnicas, algunas muy técnicas, pistas y por encima de todo, un enorme desnivel, 2400 metros condensados en 65 kilómetros, casi nada. En estas circunstancias un plato de 22 dientes se convierte en tu mejor amigo.

En Internet hay veinte mil crónicas y comentarios sobre esta prueba. La mayoría coinciden en calificarla como la más dura de la provincia, tal vez de Andalucía y dándose “cachetás” en los primeros puestos a nivel nacional, esto lo vi en un recorte de un periódico colgado en el blog del Club Ciclista de Cortes de la Frontera. Parecía exagerado, pero bueno, a fin de cuentas, de leer estas cosas terminas por acojonarte. Al menos ese fue mi caso.

Las leyendas beteteras sobre esta carrera, alimentan el mito y los que han participado en las corridas previas, se encargan de avivar el espíritu de la leyenda.Mejor hubiera hecho no leyendo nada sobre Cortes 60. Por una u otra razón los nervios afloraron en el preciso instante en que realicé la transferencia bancaria. Ya no había vuelta atrás. ¡Qué sea lo que Dios quiera! ¿Quién ha dicho miedo? ¿Where is the limit?

La prueba estaba previsto se celebrara de las primeras del calendario primaveral, pero fue este, un año de tantas lluvias, que inéditamente, tuvo que suspenderse y se trasladó al segundo sábado del mes de junio. La opción era cambiar frío y agua, por terreno firme y calor sofocante. ¿Qué es peor? La respuesta no es sencilla, pero al menos a mi, la permuta me vino bien, sobre todo desde el punto de vista físico, pues como preparación para la gran prueba, pude competir en los 101, Navalagrulla o en la segunda edición de la CNX, todo con algún entrenamiento de calidad y de por medio, dirigidos por el arcense Jose Manuel Medina, conocido en este mundo de las bielas como Tapeo o Il Cavaliere. Todo un derroche de sabiduría ciclil, para quien Cortes 60 es la prueba con mayúsculas, la marcha que compara con todas las demás, es sin duda su carrera.

El mismo fin de semana en que, originalmente, estaba previsto se celebrara Cortes 60, Tapeo y algún que otro espartano, hicieron la marcha, sin dorsales, ni avituallamientos, sin cintas o carteles indicadores, sin gps, sin nada más que lo que se puede transportar en una pequeña mochila. Fue un día en que culminaron su particular Cortes, y todo, bajo unas condiciones climáticas especiales, las mismas que obligaron a trasladar el evento de fecha.

Ves videos de los descensos de Cortes, algunos, los de nuestro Gui. Ves al “Mascota” (ese monstruo algecireño del downhill) pegando saltos delante de la cámara de Angel Luis, observas fotos y te detienes en los detalles. Lees los comentarios de “los Paulovas Team” en su blog y concluyes: ¡puff, mi estreno en Cortes me lo voy a tomar con calma, con mucha calma! Voy a ir a la expectativa, el año siguiente, si repito, me lo plantearé de otro modo, este desde luego no. En el Facebook de Cortes60 un algecireño dijo que nos quedáramos con su nombre pues garantizaba que iba a ser el último. Alguno alegaba, que ese, iba a ser un puesto realmente disputado. Al leer el comentario, por mi mente pasó eso de que no me importaría ocupar dicho lugar, si concluyo con satisfacción los 65 kms y rebasamos enteritos yo y mi bici la meta.

Chechu se había apuntado a Cortes 60 muy decidido. Como nos sucedió al resto, durante los previos buscó información de la marcha. En su caso sus referencias fueron Gui e Ivan, este último se lo pintaba muy mal, muy duro, aunque garantizaba que lo podría hacer sin problemas, en cambio Gui insistía en que no era para tanto, que era transitable. En fin que ante opiniones tan dispares se quedó con el mismo dilema que al principio. Total que ahí comenzaron dudas e incertidumbres, hasta el punto de plantearse el correr o no la marcha. La sola posibilidad de que su bici saliera de la maratón jodida, le llegó a generar tal grado de indecisión, que al final, decidió no hacerla. Aprovechó que estaba de exámenes para argumentarse la excusa idónea.

_ A mí me da igual caerme_ me dijo un día_ e incluso hacerme daño. ¡Total las heridas se curan! Pero lo que no quiero es que se me joda la bici.. precisamente no es un Topbike del Carrefour.

Pero a medida que se acercaba la fecha, más vueltas le dio al probable cachondeo con el que se imaginaba nos íbamos a tomar su no asistencia. En asunto de pedales el Pichurrin se tiene en muy alta estima, su orgullo dice tenerlo bastante logrado, de ahí que se liara la manta a la cabeza y al final optara por acudir. Su idea era la de presentarse allí (en Cortes) por sorpresa, sin que los demás supiéramos nada. Pero cuando estaba cambiándole los zapatos a la burra, lo sorprendí y según él le estropeé la sorpresa.

_Al final he decidido ir. Estoy seguro de que me iba a arrepentir de lo contrario.

_¡Hombre! Podías dejarlo para el año que viene _le contesté_ pero un año puede pasar muy lento, sobre todo cuando te arrepientes de algo. Has hecho bien.

COMIENZA LA MARCHA

Y como suele suceder, llegó el gran día. Luisbi, Rumanu, Chechu, Ivan y yo en la V.V. dispuestos a tirar para Cortes. La Mayor representación de cañas en la historia de la carrera. Ivan estaba por ello feliz y sobre todo, nervioso, muy nervioso. En realidad nunca lo habíamos visto tan excitado, supongo que en vez de un Cola Cao, se habría desayunado un cortado de “Saimaza” bien prensado. Todo lo contrario al resto, que ya en Cortes, parecía que se nos habían caído, literalmente, los huevos. La marcha comenzaba a las 10:00 y sin embargo a las 09:55 todavía estábamos en la furgoneta ultimando detalles. Cuando llegamos a la plaza del ayuntamiento, sorprendió los poquitos que éramos, poco más de un centenar, claro indicativo de que Cortes es otra cosa y también, de que el cambio de fechas no gustó a todo el mundo. El calor mete tanto aprensión como las cuestas o las trialeras.

A Ivan se le pasan los nervios hasta el punto de considerarse tranquilo pero concentrado. Saludo de nuevo al espartano Gregorio, que hoy formaba parte de la organización e iba en cola cerrando la carrera. Salimos y damos una vuelta por la calles del pueblo, primeros rampones, alguno de campeonato, Ivan y el Pichurrín comienzan a adelantarse, los otros tres nos vamos quedando de los últimos, pronto nos desvían hacía un carril descendente, sigo la rueda de Manu, y nos embalamos, aunque a las primeras de cambio nos topamos con el primer atasco.

Minutos antes había pasado por allí Ivan, era su tercera Cortes, pero siempre le pasa lo mismo, pilla la primera curva pasado de vuelta, lo que le obliga a apurar la frenada, al tiempo que se le enciende el chip: ¡Ey chaval, concéntrate no te pases!

Trascurre ahora el descenso por una senda, que debió ser en la antigüedad, tal vez calzada, pero el tiempo y las inclemencias se han encargado de romper el camino hasta convertirlo en una trialera de pedrolos, de las duras de verdad. Para Ivan la trialera se presenta distinta, pues no en vano el mismo viernes había cambiado su manillar plano por uno de doble altura, el descenso se le hizo tan fácil, al ir menos tenso, que en verdad estaba alucinado del porqué no había hecho antes el cambio.

En un escalón pierdo la rueda de Rumanu y me quedo entre desconocidos, viendo que la mayoría se apea y continua caminando, hago lo propio, pero en el fondo me cabreo, pues creo que por allí se podía pasar. Comienzo a impacientarme y me afloran los nervios, palmeo al que venía tras de mí, que se me queda mirando alucinado. ¡Perdona tío, pero son los nervios! ¡Ja, ja, ja! , se carcajea el que le acompaña. Aprovecho se me distancian los de delante y me monto encima de la bici. No iba muy equilibrado y cuando afronto el segundo escalón me escoro y termino por caerme, aunque la vegetación me sostiene sin problemas. Me resigno a continuar empujando la burra hasta que logro encontrar hueco para volver a montarme. Cuando comienza el carril de albero, iba junto a cuatro desperdigados, miro hacia atrás buscando a Luisbi que no asomaba, sigo en solitario pero levantando el pie del pedal, para darle tiempo a que me pille.

Ivan seguía en cabeza con su manillar nuevo y sus buenas sensaciones, más pletórico, si cabe, por rematar sin incidentes la calzada. Al poco se topa con María José y su acompañante perpetuo, su marido y no se le ocurre otras cosa que decirle a toda una Campeona de Andalucía: ¿Sabéis donde os habéis metido? Ivan conoce de sobras la capacidad de este monstruo de la bicicleta, para dar y regalar, pero de técnica, también sabe que anda algo justa, así que de ahí le viniera el barrunto. De cualquier modo María José se calcó la ruta entera.

Ya junto a Luis a las primeras de cambio me despisto en un cruce de caminos, me doy cuenta de que por allí no era, pues el río impedía continuar, lo curioso es que me siguen cinco o seis compañeros, igual de confundidos. ¡Illo, que no es por aquí! En honor a la verdad, no deberían haber escatimado tanto en la cinta de señalización, fueron varios los cruces donde fácilmente errabas el camino.

Pronto comienza aquello a inclinarse, es la subida de “El Collado” 9 kms de cuesta con un desnivel medio del 15 %. Eso es lo que decía el perfil que llevaba impreso en el manillar. ¡Coño! Pero me sorprende que sea por carretera. ¿Asfalto en Cortes 60? Eso no entraba en mis previsiones.

Me choca lo tranquilo que se lo toman los ciclistas que voy adelantando. Luisbi se va quedando, pero lo mantengo siempre a la vista, hasta que en un momento determinado, me hace señales testarudas para que no lo espere, pues estaba muy conservador, no quería calentarse.

En la cabeza de nuestro grupo Ivan se había adelantado bastante subiendo el collado, comienza a pesar de todo despacio, la gente lo adelanta, y es que confiaba en que apareciéramos el resto, al menos Manu y Chechu, que por lógica son los más fuertes y entrenados, pero que va, no aparecen. Baja el ritmo hasta la desesperación, y piensa en la posibilidad de que nos haya sucedido algo, tal que el mamoncete del Rumanu hubiera pinchado.

_¡Venga, que ya estamos ahí, sólo nos quedan 5 kilómetros! _ le digo a uno de los que alcanzo, que iba en una preciosa Flash de 26”.

_Por eso mismo, me lo tomo con calma _advierte como admitiendo su cadencia. Yo la hice el año pasado y no quiero pagar luego las consecuencias. Son muchos kilómetros.

Pero yo, de momento me sentía capaz de imprimir un poco más de fuerza a las piernas, así que eso fui haciendo. Ya por carriles, un pequeño descenso de poco más de 300 metros te da un respiro; pero nada más engañoso, luego te desvías a la izquierda para abandonar el carril bueno y meterte en otro de gran pendiente y cuarteado.

En esta tramposa bajada Ivan mira para abajo y ve a Chechu, lo anima para que lo pille y así poder hacer, por fin, un Cortes junto a un colega, pero le costaba la misma vida.

Faltaba sólo 1,5 km, para tocar cima, y como también indicaba el perfil, las rampas con las que me iba a encontrar prometían permanecer en la memoria.

La pendiente agrupa a los participantes, muchos claudican y hasta andando se ve que les cuesta salvar los declives. Al parecer este año, según Ivan, han arreglado el tramo, y aunque no lo parezca, en otras ediciones aquello estaba todavía más roto. Un “Agachame el lomo” me va enseñando la rueda y eso me anima a tirar para delante. Por cierto nutrida la participación de este grupo de cordobeses, al parecer el Club es uno de los mayores fans de esta carrera, en su web, la mayoría de los que participaron han elaborado su particular crónica, alguna muy ilustrativa, francamente aconsejable. Dicho lo cual por fin acaba la cuesta, al fondo en contraluz se divisaba el desenlace de la misma. Había un buen montón de bikers tumbados a la sombra, parecía obligado detenerse cuando se llega arriba, algunos lo hacían para bajar el sillín, pues el perfil anunciaba ahora un rápido descenso, de curvas cerradas y terreno suelto.

Es incuestionable, aquello declina a lo bestia y cierto que me veo obligado a sacar el culo, pero el firme es excelente, además en la trasera estrenaba una “Kenda Nevegal”, que daba una seguridad en las frenadas espectacular. En definitiva, disfruté del descenso, lo que no impidió me adelantaran unos cuantos con aspecto endurero.

Chechu se dejó descolgar al principio con vistas a esperarnos, pero viendo que no aparecíamos y que Ivan no esperaba, intentó pillarlo. Subiendo, las distancias se acortaban y parecía como que de un momento a otro lo iba a alcanzar, pero bajando, ya sabemos que Ivan no se corta un pelo, por lo que las distancias se volvieron a agrandar. Así que terminó por olvidarse de Ivan para centrarse en su propia marcha y en terminarla cuanto antes, sin sufrir en exceso, sin caerse y sin hacerle nada a la bici.

Llegamos a Benalauría, un precioso pueblo, inmerso en la Serranía de Ronda, y en sus estrechas calles sigo las flechas que indican por donde transcurre la ruta. Chechu , pasaba por este y por los demás pueblos sin fijarse en nada, a lo sumo en comprobar que todos eran blancos, el a lo suyo, hacia delante como los de alicante.

Cuando dejo atrás las casas, el camino continúa por un carril con frondosa vegetación a sus márgenes, allí en una sombra, sentado en su habitual posición, con las piernas cruzadas, Rumanu manipulaba la rueda sonriente.

_Ja, ja, ja, será posible_ no pude menos que decir al verlo en aquella tesitura _ ¡Otra vez! _ Recordad que en la CNX Rumanu pinchó tres veces, aquí de momento ya llevaba una.

Me bajé a echarle una mano y con resignación vimos como nos iban adelantando un goteo de beteteros. Eso si, prácticamente todos tuvieron unas amables palabras para nosotros. Eso también demuestra que Cortes 60 es otra cosa. También apareció sonriente nuestro compi Luibi quien además se detuvo a disfrutar del parón, poco después los tres continuamos la marcha juntos.

Comienza ahora un puerto que le dicen “escondido” por qué, el personal se suele olvidar de él, pero que tiene su guasa, entre otras cosas te ves obligado a remeter el plato chico.

Chechu e Ivan, después del collado no acababan de enlazar, ciclaron en distintos intervalos la bajada por senderos estrechos y con un enorme cortado al lado. Cuando Ivan pasó por allí se le vino a la mente lo de siempre ¡Que mal se me da esta zona! ¡Veras que me caigo…me voy a caer! Pero no fue él quien se cayó, fue Chechu quien tuvo la mala suerte de irse al vacío. Cuenta que llegó al senderito, que este comenzó a estrecharse y que a un lado el precipicio te dejaba cuanto menos turbado, por mucho que se intentara camuflar de frondosas zarzas. El Pichurrín se dispuso coger una de las curvas cerradas y cuando lo logra pierde la inercia y cuando está casi a punto de pararse quita el pie derecho de la cala, la bici se inclina en sentido contrario, pierde el equilibrio y se va al vacio. El pellejazo de su vida, una caída de tres o cuatro metros dando vueltas con la bici, que aún permanecía enganchada a la cala, y venga a caer, mientras, las zarzas intentaban frenarlo y el agarrándose desesperadamente a las mismas hasta lograr detenerse.

_¡Ostia que carajazo me acabo de dar!_ se dijo casi en voz alta_ ¿Estoy bien? ¿Me duele algo?

¡Milagro! al parecer solo se había dado un golpe fuerte en la mano derecha, tal vez propinado por el bloqueo de la horquilla o con una piedra, algún que otro arañazo, pero nada más.
_¡Joé que bien! sólo ha sido un susto_ se volvió a decir así mismo.

Cuando por detrás aparecieron tres compañeros no pudieron más que alarmarse, se ve que el cuadro no era para menos. Los bikers hicieron una cadena humana y con gran esfuerzo lograron sacarlo de allí.

_Primero la bici_fue lo que solicitó el cantamañanas de Chechu.

Este niño se está convirtiendo en demasiado materialista. Se había jugado literalmente el pellejo, y el muy …estaba enormemente feliz pues su jodida Flash no tenía ni un arañazo.

Ya arriba comenzó a notar mareos, supongo que serían de la impresión, pero el optimista santitos, se dio ánimos a sí mismo, y se dijo que tampoco había sido para tanto, así que se levantó muy dispuesto. Pero sorpresa, los mareos regresaron. Tuvo que esperar un buen rato para que desaparecieran antes de ponerse de nuevo en marcha. Para cuando lo hizo, la mano derecha se le había enfriado y dolía horrores, aunque tan sólo fuera al apoyarla en el manillar, no digamos ya cuando se trataba de tocar la maneta del freno.

Cuando nosotros pasamos por la zona del barranco, extremé la precaución, delante luisbi comentaba la impresión que causaba mirar la hondonada. Yo por si acaso, ni de soslayo eché un vistazo a la izquierda, sólo vista al frente y todos los sentidos puestos en no salirme del sendero. Después algo de ascenso por carril y otra vez, el camino que se estrecha de repente y hacia abajo. ¿Por ahí? ¡Joe! Manu se lanza como si nada, pero aquello tendría, que se yo, un 45 % por decir algo. El firme es de hierbas pisadas por todos los que antes, habían pasado por allí. Se manifiestan los resbalones. Cuesta trabajo avanzar, aún empujando la burra, aunque Manu con la chinita rígida, se sube una y otra vez para intentar completar lo máximo encima de la bici. Sin embargo avanza a la misma velocidad que nosotros. Aprovecho para adelantarlo andando y echarle una foto ambicionando sortear uno de los muchos escalones. Por detrás escucho voces y como puedo dejo pasar a los dos que aparecen con unas preciosas monturas endureras, gente de Córdoba, el primero con una pulcra y pomposa Treck y el segundo con una Orbea Rallón. Mal que bien, van eludiendo los pedreros. ¡Hay que tener valor! Pienso. Este tramo sin duda es el gran reto de Cortes 60, para pasar por allí hace falta más que pericia y tranquilidad. No veía el momento de montarme en la bici, lo fui intentando pero nada, al final el descenso había concluido. Ivan cuando pasó por allí, tampoco se complicó la vida, se bajó e hizo el tramo, como la mayoría, a pie. Curiosamente vio a alguna rígida de 29” intentarlo e incluso lograrlo, se preguntó entonces: ¿Cómo lo estará pasando Charlie?

PRIMER AVITUALLAMIENTO

Poco después llegábamos al segundo pueblo, Benalauría, donde se localizaba el primer avituallamiento de la jornada. Allí nos juntamos con los Cordobeses de Aguilar de la Frontera, un Agacha el Lomo, alguno de Sevilla y poco más, el grueso iba por delante. Fue un rato simpático, yo me zampé dos “aquarius” de un trago y es que el calor estaba pegando de lo lindo, con creces estábamos superando los 30 º, nada de temperaturas fresquitas como se había barruntado en los días previos. Por echar, echamos tan buen rato que con los cordobeses terminamos hablando del pulpo de nuestra Elvira Lourerio, por si no lo sabéis, la dueña de la Gallega de la Plaza de las Vacas. Tanto interés mostraron nuestros interlocutores que tanto Manu como yo, los ilustramos en las deliciosas tortillas de camarones, de las que podían disfrutar justo en frente de la Gallega. Gracia también tuvo Luisbi, cuando le indicó a los cordobeses, como, nosotros los cañas, a pesar de hacer series en el Puente Zuazo, allí estábamos dando el callo en una ruta como esta.

Apareció un colega con la cara lívida, se ve que había intentado ciclar el rocódromo anterior, y claro, en una de estas salió disparado, no se escalabró de milagro. Contaba su historia apesadumbrado.

Después de saciar gran parte de nuestra sedes y apetitos, fui yo quien advertí era hora de continuar. Cogí mi bici y ¡Sorpresa! La rueda delantera estaba más que pinchada, no tenía nada de presión. Manu se descojona, y en vez de echar una mano, lo primero que hace es preguntarme por la cámara, la de fotos claro. Innegablemente su prioridad era dejar muestra gráfica del suceso. Ja, ja, ja, ¡Qué bueno! Total que le cambiamos la cámara.

En este avituallamiento, Ivan se zampó un par de los bocadillos con queso y membrillo que nos tenían preparados las chicas, se mete igualmente toda el agua que le entra y más.

Para cuando continuamos, lo hacemos incuso por escaleras de Benalauría, Manu y Luisbi se detienen en la fuente del pueblo para reponer agua fresquita, bien hecho, yo repuse agua calentorra en el avituallamiento. Dejamos las estrechas calles para meternos en una zona con paisaje bucólico y tendencia a la subida. Centenares de castaños en flor, adornaban las laderas de un modo espectacular ¡Qué bonito hijo! Por haber, había hasta un joven cerezo muy pegado al camino. El “Agacha el Lomo” que venía con nosotros, se detuvo a hacerle una foto. Luego vino un bonito y rápido descenso por parajes similares, momento que aprovechó Rumanu para pinchar de nuevo. Poca cosas que contar, salvo que ya llevábamos tres. De inmediato se invierte la pendiente, más, más y más. Mucho antes, cuando Ivan pasa por allí, siente un pequeño bajón, se toma un gel y para su fortuna rápido le hace efecto. En el ascenso se encuentra con un colega de El Puerto que iba muerto, para su fortuna el gel le había dado la suficiente energía para continuar a buen ritmo.

Termina el carril y aquello se desvía, a una enorme pared, 45 % de desnivel marcaba en algunos lugares. Una inevitable zona de pateo, por entre, enormes vetustos robles y alcornoques. ¡Me cago en tó mis castas! Se acaba el porteo, logramos montarnos encima de la bici, salimos del bosque y frente a nosotros se presenta una enorme cuesta de hormigón. Pero menuda cuesta, entre el 29 y el 33 %, el pico de la jodida prueba.

_¡Vamos, vamos!_ decía Manu en cabeza. Yo detrás, sólo miraba el suelo, como hiciera ademán de echar un vistazo al frente y ver lo que me quedaba por delante me desmoralizaba seguro_ ¡Venga espartanos!_ continuaba Rumanu a grito pelado viendo que Luisbi había echado el pie a tierra. Casi arriba me faltaron las fuerzas y claudiqué, no me quedó más remedio que hacerme unos 40 o 50mts., de empujing, resoplando y buscando el abrigo de la sombra de una fachada, me concedí una tregua. Subir semejante repechón, con aquellas temperaturas y después de los pocos, pero intensísimos kilómetros que llevaban acumuladas nuestras piernas, es lo más parecido a una “big” putada, pero bueno se hizo, que a fin de cuentas es lo importante. Pronto me volví a montar en la bici, y en menos de lo que se podía pensar, apareció también Luis moviendo molinillo. Ivan contaría luego:“alli voy con mi plato chiquitito, el culo en la punta del sillin todo para arriba, ole yo y mis piernas”.

Concluida la cuesta el pueblo que tocaba franquear ahora, era Algatocín.

Cómo decía el track de la marcha, Algatocín se abandona por un sendero con algún paso técnico adornado con piedras. Luego otro pueblo, este Benarrabá. Luego descenso vertiginoso, yo lo intentaba, pero me costaba trabajo continuar encima de la bici, un tipo que sorprendentemente por ir, iba hasta sin calas, se había marcado una semi-paulova delante mía. Por tramos me vi obligado a continuar pateando. Luego, nos fuimos juntando un nutrido grupo, la mayoría pateando, Manu que veía que por allí se podía ciclar, no sé cómo, pero se puso en cabeza y desapareció de la vista.

En un tramo que daba al río unos niños se mofaban de nosotros.

_¡Pero si es más difícil bajar andando que encima de las bicis!

_¡Tiene cojones! _ dije en voz alta ¿Habéis escuchado lo que nos dicen? Pero mis compañeros impertérritos, ni mú ¡Que poco aje! Me dije a mí mismo.

Luego aquello, como venía siendo habitual, invirtió la pendiente, y lo hizo a lo bestia, por un sendero difícilmente practicable por la pendiente y rodeado de altos helechos, tal si estuvieras en Galicia. Todos en fila india tras unos tipos que iban perfectamente uniformados de specialized.

A Luisbi la rodilla le da un primer aviso. El colega que va sin calas le echa una mano, y le ayuda con el spray (tipo réflex) que yo, precisamente, había metido en la mochila de Luis profilácticamente, pues no en vano en la maratón de Olvera nos había venido de perlas.

Viene ahora el Puerto que dicen del Salto del Cura. Mis apuntes en el perfil decían, 4,5 km de subida pestosa y engañosa. Y vaya si lo era. Prácticamente toda la subida se me puso a rueda el tipo sin calas. La verdad que era un poco desesperante y un tanto desmoralizante, pues no lograba separarme de él. Cerca de la cima terminó pasándome, lo dejé ir en paz, pues ahora tocaba relajarse para que a Luisbi no le costara tomar contacto. Lo mismo hizo Rumanu. Pero cierto que fue una subida realmente inaguantable, pestosa como la había calificado la organización.

Cuando acaba el puerto, se toma un sendero donde se nos vuelve a quedar Luisbi, para poco después encontrarnos con una pista de rápido descenso, esta vez soy yo quien pierdo al Manu de vista. Me encuentro en un verdadero berjel, el comienzo del Sendero de Pilatos, un camino muy estrecho con barranco a la derecha (el perfil advertía ¡Cuidado con el terraplén derecho, más de uno ha sido engullido por él! ¡Qué bueno!
Todo fue cuestión de mirar al frente y disfrutar, que la verdad allí podías divertirte de sobras.

Muchos antes había pasado por allí Ivan. Comentaría después cómo había disfrutado tal cual un enano y como, también a él, se le notaban los entrenos en la Sierra. MTB puro y duro, zonas guapas, senderos estrechos entre arboleda con curvas de 180 grados, piedras boquetes, precioso.

SEGUNDO AVITUALLAMIENTO

Pero todo lo bueno tiene su fin, el descenso termina en la carretera, Gaucín a un paso y poco después el segundo y último avituallamiento. Allí una sola mujer se afanaba en cortar queso y trozos de membrillo mientras los manazas metíamos las manos, antes de que le diera tiempo de poner los trozos en un plato. ¡Es que cuando la canina pide a gritos ayuda…! ¡Qué hambre pisha! Y sobre todo ¡Qué sed! Dos o tres, “Aquarius”, los primeros de un solo trago. Es que hacía mucho calor ¡Que se yo! Pero a estas horas los 35º fácil.

Luisbi no daba aparecido, supusimos que le debería de estar molestando la rodilla, pero ya que habíamos hecho la mayoría del recorrido juntos, no dudamos en esperarle. Así que allí nos sentamos al lado de uno de la organización y otro de Protección Civil, con quienes íbamos comentando las mejores jugadas, y viendo cómo llegaba el goteo de participantes, entre ellos, un trío de arcenses que conocíamos de vista. Uno de ellos, muy jovencito, con una BH doble, se ve que había pinchado unas cuantas veces y les había dado la ruta al resto.

Luego llego Luisbi, efectivamente la rodilla le estaba dando avisos. Pero nada que este campeón no pueda superar. Con buen humor y sonrisa perenne se fue para el avituallamiento y pilló un poco de todo.

También allí nuestro Chechu echó un buen rato, sobre todo porque aprovecho para que le miraran la mano y le echaran Reflex que tuvo un efecto de alivio inmediato. Allí mismo se encontró con el dueño de la AOS de Tarifa, quien curiosamente también se había lastimado la mano.

Cuando Luis satisfizo el apetito nos volvimos a subir en las monturas, para recrearnos primero de un descenso ligero, que le dicen “la montaña rusa” y después por un atajo angosto, sitiado de vegetación, con escalones, pero muy bonito y en el que podías disfrutar si tienes algo de técnica. Por allí en medio, noto que la rueda trasera no me responde, y es que estaba medio vacía. Aparece Luisbi, y ambos nos detenemos en hincharla, a ver si hay suerte. Seguimos y enlazamos con el Rubio. ¡Será posible…! Me quejo yo sólo. ¡Illo he pinchado! Manu, vuelve a trastear en mis bolsillos para buscar la cámara y reflejar el incidente. Mientras, yo saco la rueda, y tanteándola, decido volver a hincharla a ver si aguanta (craso error, sin líquido sellante ¿por qué demonios iba a aguantar?, pero bueno son las cabezonerías que suceden en carrera), así que tan rápido desmonté la rueda, la volví a montar sin cambiar nada.

Cuando aquello se acaba, un cartel en rojo advierte que la valla está electrificada ¡Cuidado! Premonitoriamente, lo que viene ahora, dice el perfil se conoce como la cuesta de los calambres. ¡Vaya repechitos que tenía a jodida! Cortita pero para cagarse en to sus castas.

Antes de darnos cuenta estábamos otra vez subiendo, ahora el Puerto de la Eras, 1,5 kms con tramos del 15-18%. En él nos topamos con dos colegas que con enorme tranquilidad permanecían tumbados bajo una de las pocas sombras que podías encontrar en la cuesta.

Cuando Ivan pasó por allí, se topó con el Espartano Juanito, y otro chaval de El Puerto que llevaba una Niner de 29” guapísima. Curiosamente nuestro Ivan se sentía mucho mejor, y en el descenso siguiente, allí los dejó. ¡Hay que ver como estaba hoy el tío!

Concluido la pendiente, nada de carriles, el trayecto continúa por un descenso apresurado al principio, pero bastante tronchado y con mucha piedra suelta. Personalmente fue el descenso que tal vez más disfruté. Técnico, como la mayoría de Cortes, y especialmente fracturado al final, donde los pedrolos eran tan grandes, que aunque lo intentaras terminabas poniendo el pie, al menos yo, claro está, pues seguro que hay algún extraterrestre que pasa por allí montado como si no fuera con él.

Llegamos ahora a lo que tal vez sea el único tramo semillano de la marcha. Ahí, bien podríamos haber metido plato y rascarle unos minutos al reloj, pero en vez de eso preferimos aminorar la marcha y darle tiempo a Luisbi a que nos pillara. Mientras tanto a Manu no se le ocurre otra cosa que pinchar de nuevo, con este haciamos 5 en la ruta. Como era el tercer pinchazo del Rubio, se había quedado sin cámaras de repuesto, si nuestra intención era esperar a Luis, ahora era se había convertido en una necesidad.

Reparado el pinchazo continuamos juntos camino de la meta, aparecen las primeras casas, las próximas a la estación de Cortes, pero no había que hacerse ilusiones, quedaba por delante un tramo de asfalto que se nos hizo profundamente pesado, sobre todo por las altas temperaturas que desprendía el alquitrán. Manu, acompañó durante todo el tramo a Luis, dándole ánimos y poniéndole la rueda, hasta el punto de que viendo casas a lo lejos, Luisbi se emociona e incluso quiere ponerse a tirar del trío.

_¡Aonde vasssss! _ no tuve más remedio que decirle_ Guarda tus fuerzas que todavía nos queda por delante una enorme putada.

Tanto Manu como yo, sabíamos lo que venía ahora, y cierto que es lo más parecido a una morrocotuda putada, pero bueno, como quiera que sabíamos de que se trataba, nos los tomamos con serenidad, metimos el molinillo y ¡vámonos que nos vamos!

El perfil decía: Subida final a Cortes. km 63.4-64.7 Tras recuperar el aliento en el asfalto, un giro de 90 grados da paso a la subida más odiada de la marcha (hubo incluso quien quiso crear una plataforma ciudadana para que fuera eliminada de la prueba). 1.4 kms que puede hundir en la miseria a más de uno. Este año, estáis de enhorabuena: han hormigonado el primer tramo, el que estaba más roto y empinado. Una lástima. Creeros de que estamos conversando.

Esta subida la hizo Ivan hiperconcentrado. Mientras la afrontaba su único reto era no bajarse de la bici, y eso se fue diciendo desde el preciso instante que la encaró. ¡No bajarse, no bajarse, no…! ¡Buf…qué calor! ¡Joé y mis riñones! Se miró los brazos y centelleaban ante el reflejo de la intensa luminosidad. Iba tan concentrado en no parar que al final hasta se le hizo corto el tramo.

Volviendo a nuestro trio, Manu no tardó en pillarme para después, lógicamente, rebasarme, pero pude mantenerlo siempre a tiro, no sé cómo, pero ambos todavía teníamos fuerza para esto y para más. Luisbi como era de esperar claudicó en los repechos más duros y no le quedó más remedio que hacer algo de empujing pero, este tío es toda una máquina, con un pundonor, qué más quisiéramos alguno para nosotros, así que salvados los repechos volvió a montarse en la bici, cosa nada fácil. Estas fotos dan muestra de lo que os estoy contado:

Ya en el pueblo, la marcha no concluye en la plaza, como habitualmente, debido a que precisamente hoy se constituían los gobiernos municipales. Concluía la ruta en el mismo lugar y por el mismo sitio que la primera CNX, por lo que para acceder al parque, había que subir un último sendero, con buena pendiente, entre hierbas altas. Al poco escuchamos nuestros nombres dictados al viento por una voz familiar, era la de Ivan que se desgañitaba desde lo alto dándonos ánimos.

Ivan junto a Juanito de Arcos y el Pichurrin, hacían tiempo para esperarnos, alguno de ellos, como Ivan que había entrado en meta casi a más de dos horas que nosotros. No en vano estaba pletórico, su mejor Cortes, 5:36 tiempazo y puesto 25, no se había caído, no se había roto nada, el bajón psicológico lo había logrado pasar.

EN PALABRAS DE IVAN

¡Qué bueno, que paliza, que gusto de placer tan masoca, sufrir tanto encima de la bici, pero que gloria poder acabar el reto planteado!
Ya solo me queda esperar que lleguen mis compis, Chechu llega a la hora, muerto y hasta los huevos, lo dice todo el vídeo que le hice. El Pichurrín no iba bien y no tenía previsto haber venido, no estaba motivado, pero le dimos tanto la paliza que al final hizo el esfuerzo. (los videos que sacó Ivan pueden consultarlo en el perfil de los cañasbike en Facebook).

Al llegar a meta estas fueron las palabras que gritando escuchó Chechu en boca de Ivan:

_“ VAAAMOS CHECHUUUU”, “ VAMOS CHECHUUUU”, “ COMO NO ME SUBAS LA ÚLTIMA CUESTA SUBIDO NO TE LLEVO A NINGUN SITIO MÁS” “VAMOOOOS”.

Casi tres horas después aparecieron los tres restantes, que alegría de verlos, se me habían hecho interminable la espera, sin saber nada de ellos. Todos llegan bien, incluso Luisbi, que es el que creía que mas iba a sufrir, y sufrió seguro, pero tiene un coco privilegiado. ¡Que me gustaría tener a mi ese coco! y es que Luisbi hace nada de nada estaba en cama después de haber sido atropellado por un coche, y el muy cabezón se había calcado Olvera, hacía bien poco y ahora Cortes. LuisBi “picha” tú haces en bici lo que quieras hermano.
Manu me está sorprendiendo tanto últimamente, que de verdad, a veces no sé cómo reaccionar. Nada más llegar casi me riñe: ¡Quillo hay que ver, esto no es para tanto,
no hay senderos, las subidas no son técnicas, las bajadas, bueno algunas son chungas, pero…! No supe que contestarle, me limite a darle la razón claro, pues comparado por donde nos mete Tapeo a veces, no hay mucho color, pero el muy cabrito otra vez había pinchado un montos de veces… yo lo mato.
Y Charlie que decir del amigo Charlie, que este año se lo está currando de lo lindo. No entrenara mucho, pero los fines de semana no veas los tutes que se pega, esto de la bici lo ha rejuvenecido 20 años, está hecho una chaval, me comentaba que había bajado de lo lindo, e incluso había llegado a tocar el culo con la rueda trasera ¡Ole! porque mira que le doy la brasa con que ponga el culo mas para atrás, aunque eso tengo que verlo con mis ojos, ahora toca la fase "déjala correr" jejeje.
El año que viene repito.


El año que viene, Ivan, me parece que vamos a ser unos cuantos los que también repitamos. Tenemos que seguir engrandeciendo el mito.

EPILOGO

De vuelta a casa aún hubo tiempo de tener un nuevo pinchazo. Esta vez, inéditamente, la victima fue la rueda delantera izquierda de la furgoneta. Con este, seis fueron los pinchazos. No en vano, despues de tantas pinchadas, Tapeo bautizó un nuevo dicho popular: ¡Anda ya… que pinchas más que los Cañas en Cortes!


domingo, 5 de junio de 2011

Arcos de la Frontera-El Bosque-Monte Albarracin-Arcos.

Hoy Tapeo nos ha llevado desde Arcos hasta El Bosque, 80 km de buen tute. Poco antes de Prado del Rey nos dejó uno de los “Espartanos” por bulla, Pacopan que llevaba una Niner de acero, aunque se movía a las mil maravillas. Poco después “Carlosin” otro de los espartanos partió la patilla, llevaba otra pero no la pudo apañar, total que vinieron a buscarle. Por fortuna estábamos en plena carretera.

La verdad que como nos prometió Tapeo iba a ser todo un entreno para Cortes. Comenzó la ruta en el lugar habitual, cerca del pantano, primero hicimos un tramo bastante similar al de la última KKD por aquellas tierras, cuando cogimos dirección Algar. Hoy era demasiado temprano y el sol molestaba de lo lindo al pedalear. Pronto comenzamos a meternos por senderos y caminos estrechos y luego las zonas de arena, que estaban especialmente rebeldes. Luego nos desviamos a una zona inédita para los cañas, pasamos un túnel sinuoso en el que la vegetación te impedía continuar de vez en cuando. Además el sol continuaba dando de frente, cegándote,. Por fortuna lo pasamos sin incidentes. Aunque eso sí, la piernas nos habían quedado como a nazarenos, luego para más inri, nos metimos en un zarzal que pinchaba para to sus castas. Después un sembrado. ¡Joe Tapeo! ¿Por dónde nos estas metiendo? Total un flipe, sobre todo flipamos cuando llegamos al carril de albero y Jose Manuel dice muy serio.

-Ya sabéis lo que toca ahora_ se detiene y se baja de la bici y los tres espartanos a buscarse las garrapatas, ávidas de la sangre, pues con tanto arañazo estaban disparatadas.

¡Ira una! ¡Otra! Será posible… yo que me miro y que no me encuentro ninguna, lo digo en voz alta y alguien me responde:

-Eso es que tienes muy mala sangre.

¡Coño! Pero me quito el velcro de una de las zapatillas y dos garrapatas paseándose por allí como si tal cosa. ¡Me cago….!

Luego nos metimos en un sube y baja que vaya tela. Había dos repechos que eran dos autenticas paredes. De esas de poner el culito en la punta del sillín para no perder la tracción. Pero bueno se subieron a fin de cuentas. En Prado del Rey, Tapeo nos metió por una cuesta en medio del pueblo, cuya pendiente es difícil de imaginar con casas almargen. Yoki dijo que en Chiclana hay una igual, y además al lado de donde vive, tengo mis dudas, aunque de ser así, yo alucino. Luego más cuestas, esta vez por un camino, con pendiente jodidamente mantenida.

Así hasta que empezamos a abrir y cerrar cancelas. La cañada continuaba por allí, pero ahora sólo era un sendero, bajadas técnicas pero con poca pendiente, se podían pasar. Llegamos a una que tenía un alto mallado a la izquierda, apareció un escalón con curva al mismo tiempo , el que iba delante, que no recuerdo quien fue, pasó a lo justito así que no me lo pensé, frené y dejé pasar al siguiente.

Resultó ser Gregorio, me quedé flipado con la soltura y la elegancia con la que sorteó el obstáculo y eso que MacGregor no es precisamente un niño. Otra valla y nos vimos pedaleando en medio de enormes cochinos que apestaban a zotal y que corrían bamboleando sus enormes criadillas delante de nuestra narices. Seguimos por similares caminos, siempre con tendencia al descenso hasta una última valla. Ivan y yo cerrábamos el grupo, aquello continuaba descendiendo, había varios senderos todos muy estrechos, Ivan se fue por la izquierda y yo por la derecha, en un momento dado un pedrolo se me cruzó en el camino y con el despiste lo pillé sin mirarlo. Como quiera que no llevaba la postura adecuada salí lanzado por encima de la bici, por fortuna iba lo suficientemente despacio para caer de pie. Ivan a parte de descojonarse, desde allí no dejó en insistir en que sacara y bajara más el culo de lo que lo estaba haciendo. Poco después llegamos a El Bosque. Llenamos los bidones y antes de darnos cuenta ya estamos subiendo por la carretera de Grazalema. Nos hacemos unos kilómetros de ascenso por asfalto, a buen ritmo, en cabeza se iban enseñando los cuchillos como siempre. Luego nos desviamos a la derecha hacia el Monte Albarracín, que por más señas es donde se lanzan en parapente los aficionados a este deporte. Hombre la subida no es que tenga dificultad técnica, que no la tiene, pero en sus poco más de 2 kilómetros, logras ascender 400 metros, así que ya os podéis hacer una idea de su desnivel, sobre todo al principio y al final, eso sí, muy bonito por las vistas y por los enormes quejigos, pinos y encinas que rodean el carril.

Despues de tocar cima, se acabó el camino, ahora tocaba ciclar primero por un sendero de pedrolos y rocas impracticable para casi la mayoría, después por en medio un prado con tendencia a la bajada y sembrado de pedruscos, sotobosque y palos. De momento sin problemas, pero poco a poco el terreno se va escarpando para encontrarte despues con una pronunciada ladera. El camino se reducía ahora, en algunos tramos ,a un par de cuartas, a la izquierda, como te salieras del camino, carajazo gordo garantizado. El sendero, para más jodienda, con piedrecitas en medio dando por saco y sus escalones estratégicamente repartidos. El personal que ni se inmuta y que lo pasa todo sin problemas, a mí me faltan redaños y no me queda más remedio que bajarme en diversos tramos. Gregorio de vez en cuando se adelanta para sacar a escondidas fotos del personal. Como quiera que se quedó en un momento determinado el último, disfruté viendo como se manejaba sin problemas sorteando complicadísimos descensos.

Luego aquello fue empinándose a lo bestia, el camino se perdía serpenteando en medio de un alto sotobosque, pillé a Manu que había pinchado la rueda delantera a causa de un talonazo, Yoki le hacía compañía. Los dejé allí y fui en busca del personal que más abajo nos esperaban. Poco después aparecieron los del pinchazo y es que Manu cambió la cámara en un santiamén. 20 mtrs mas abajo dimos con la carretera y poco después ya estábamos otra vez en El Bosque.

Se nos había echado el tiempo encima, eso a pesar de haber comenzado a pedalear a las 07:30 y no tener casi ningún contratiempo. Por eso se decidió hacer el regreso por carretera. Treinta kilómetros que se hicieron a muy buen ritmo, a duras penas me podía mantener en el grupo, así hasta que en un momento determinado, no me pude resistir, metí un pequeño palo y ¡pa qué!. Cuando ya no pude más me pasaron todos en tromba. Ni por un momento, alguno de ellos, hizo ademán de esperarme. Perdí al grupo y atrás se quedó Gregorio, así que viendo el plan me fui relajando para esperarlo. Un par de kilómetros antes del destino, nos encontramos a Yoki que estaba un tanto despistado, al parecer también había perdido la cabeza. Vino después un fuerte descenso de asfalto, el viento daba semi-ladeado y vibraba lo suficiente para que a mí se me encogiera el estómago, iba a 62 km/h, Gregorio iba muchos metros más adelante, seguro que había pillado los mismos kilómetros que luego me contó, había alcanzado Rumanu, 75 km/h en una MTB.

Al final nos salieron 80 kms, justitos, con un poco de todo, pero mayormente, con bastante de radical. Todos merecen una nota de sobresaliente, a mí un merecido suspenso, por no desenvolverme, ni torpemente por senderos con laderas al margen. ¡Me dan yuyu!¡ Mucho Yuyu! ¡Qué le vamos a hacer! A veces me pregunto qué hago yo juntándome con esta gente. Supongo que todo tiene que ver con la adrenalina y las garantizadas dosis que te metes en el cuerpo,de ella, cuando circulas por sitios como estos y todo, aún cuando vas en una bici de comprar pollos.