Libro de Visitas

domingo, 5 de junio de 2011

Arcos de la Frontera-El Bosque-Monte Albarracin-Arcos.

Hoy Tapeo nos ha llevado desde Arcos hasta El Bosque, 80 km de buen tute. Poco antes de Prado del Rey nos dejó uno de los “Espartanos” por bulla, Pacopan que llevaba una Niner de acero, aunque se movía a las mil maravillas. Poco después “Carlosin” otro de los espartanos partió la patilla, llevaba otra pero no la pudo apañar, total que vinieron a buscarle. Por fortuna estábamos en plena carretera.

La verdad que como nos prometió Tapeo iba a ser todo un entreno para Cortes. Comenzó la ruta en el lugar habitual, cerca del pantano, primero hicimos un tramo bastante similar al de la última KKD por aquellas tierras, cuando cogimos dirección Algar. Hoy era demasiado temprano y el sol molestaba de lo lindo al pedalear. Pronto comenzamos a meternos por senderos y caminos estrechos y luego las zonas de arena, que estaban especialmente rebeldes. Luego nos desviamos a una zona inédita para los cañas, pasamos un túnel sinuoso en el que la vegetación te impedía continuar de vez en cuando. Además el sol continuaba dando de frente, cegándote,. Por fortuna lo pasamos sin incidentes. Aunque eso sí, la piernas nos habían quedado como a nazarenos, luego para más inri, nos metimos en un zarzal que pinchaba para to sus castas. Después un sembrado. ¡Joe Tapeo! ¿Por dónde nos estas metiendo? Total un flipe, sobre todo flipamos cuando llegamos al carril de albero y Jose Manuel dice muy serio.

-Ya sabéis lo que toca ahora_ se detiene y se baja de la bici y los tres espartanos a buscarse las garrapatas, ávidas de la sangre, pues con tanto arañazo estaban disparatadas.

¡Ira una! ¡Otra! Será posible… yo que me miro y que no me encuentro ninguna, lo digo en voz alta y alguien me responde:

-Eso es que tienes muy mala sangre.

¡Coño! Pero me quito el velcro de una de las zapatillas y dos garrapatas paseándose por allí como si tal cosa. ¡Me cago….!

Luego nos metimos en un sube y baja que vaya tela. Había dos repechos que eran dos autenticas paredes. De esas de poner el culito en la punta del sillín para no perder la tracción. Pero bueno se subieron a fin de cuentas. En Prado del Rey, Tapeo nos metió por una cuesta en medio del pueblo, cuya pendiente es difícil de imaginar con casas almargen. Yoki dijo que en Chiclana hay una igual, y además al lado de donde vive, tengo mis dudas, aunque de ser así, yo alucino. Luego más cuestas, esta vez por un camino, con pendiente jodidamente mantenida.

Así hasta que empezamos a abrir y cerrar cancelas. La cañada continuaba por allí, pero ahora sólo era un sendero, bajadas técnicas pero con poca pendiente, se podían pasar. Llegamos a una que tenía un alto mallado a la izquierda, apareció un escalón con curva al mismo tiempo , el que iba delante, que no recuerdo quien fue, pasó a lo justito así que no me lo pensé, frené y dejé pasar al siguiente.

Resultó ser Gregorio, me quedé flipado con la soltura y la elegancia con la que sorteó el obstáculo y eso que MacGregor no es precisamente un niño. Otra valla y nos vimos pedaleando en medio de enormes cochinos que apestaban a zotal y que corrían bamboleando sus enormes criadillas delante de nuestra narices. Seguimos por similares caminos, siempre con tendencia al descenso hasta una última valla. Ivan y yo cerrábamos el grupo, aquello continuaba descendiendo, había varios senderos todos muy estrechos, Ivan se fue por la izquierda y yo por la derecha, en un momento dado un pedrolo se me cruzó en el camino y con el despiste lo pillé sin mirarlo. Como quiera que no llevaba la postura adecuada salí lanzado por encima de la bici, por fortuna iba lo suficientemente despacio para caer de pie. Ivan a parte de descojonarse, desde allí no dejó en insistir en que sacara y bajara más el culo de lo que lo estaba haciendo. Poco después llegamos a El Bosque. Llenamos los bidones y antes de darnos cuenta ya estamos subiendo por la carretera de Grazalema. Nos hacemos unos kilómetros de ascenso por asfalto, a buen ritmo, en cabeza se iban enseñando los cuchillos como siempre. Luego nos desviamos a la derecha hacia el Monte Albarracín, que por más señas es donde se lanzan en parapente los aficionados a este deporte. Hombre la subida no es que tenga dificultad técnica, que no la tiene, pero en sus poco más de 2 kilómetros, logras ascender 400 metros, así que ya os podéis hacer una idea de su desnivel, sobre todo al principio y al final, eso sí, muy bonito por las vistas y por los enormes quejigos, pinos y encinas que rodean el carril.

Despues de tocar cima, se acabó el camino, ahora tocaba ciclar primero por un sendero de pedrolos y rocas impracticable para casi la mayoría, después por en medio un prado con tendencia a la bajada y sembrado de pedruscos, sotobosque y palos. De momento sin problemas, pero poco a poco el terreno se va escarpando para encontrarte despues con una pronunciada ladera. El camino se reducía ahora, en algunos tramos ,a un par de cuartas, a la izquierda, como te salieras del camino, carajazo gordo garantizado. El sendero, para más jodienda, con piedrecitas en medio dando por saco y sus escalones estratégicamente repartidos. El personal que ni se inmuta y que lo pasa todo sin problemas, a mí me faltan redaños y no me queda más remedio que bajarme en diversos tramos. Gregorio de vez en cuando se adelanta para sacar a escondidas fotos del personal. Como quiera que se quedó en un momento determinado el último, disfruté viendo como se manejaba sin problemas sorteando complicadísimos descensos.

Luego aquello fue empinándose a lo bestia, el camino se perdía serpenteando en medio de un alto sotobosque, pillé a Manu que había pinchado la rueda delantera a causa de un talonazo, Yoki le hacía compañía. Los dejé allí y fui en busca del personal que más abajo nos esperaban. Poco después aparecieron los del pinchazo y es que Manu cambió la cámara en un santiamén. 20 mtrs mas abajo dimos con la carretera y poco después ya estábamos otra vez en El Bosque.

Se nos había echado el tiempo encima, eso a pesar de haber comenzado a pedalear a las 07:30 y no tener casi ningún contratiempo. Por eso se decidió hacer el regreso por carretera. Treinta kilómetros que se hicieron a muy buen ritmo, a duras penas me podía mantener en el grupo, así hasta que en un momento determinado, no me pude resistir, metí un pequeño palo y ¡pa qué!. Cuando ya no pude más me pasaron todos en tromba. Ni por un momento, alguno de ellos, hizo ademán de esperarme. Perdí al grupo y atrás se quedó Gregorio, así que viendo el plan me fui relajando para esperarlo. Un par de kilómetros antes del destino, nos encontramos a Yoki que estaba un tanto despistado, al parecer también había perdido la cabeza. Vino después un fuerte descenso de asfalto, el viento daba semi-ladeado y vibraba lo suficiente para que a mí se me encogiera el estómago, iba a 62 km/h, Gregorio iba muchos metros más adelante, seguro que había pillado los mismos kilómetros que luego me contó, había alcanzado Rumanu, 75 km/h en una MTB.

Al final nos salieron 80 kms, justitos, con un poco de todo, pero mayormente, con bastante de radical. Todos merecen una nota de sobresaliente, a mí un merecido suspenso, por no desenvolverme, ni torpemente por senderos con laderas al margen. ¡Me dan yuyu!¡ Mucho Yuyu! ¡Qué le vamos a hacer! A veces me pregunto qué hago yo juntándome con esta gente. Supongo que todo tiene que ver con la adrenalina y las garantizadas dosis que te metes en el cuerpo,de ella, cuando circulas por sitios como estos y todo, aún cuando vas en una bici de comprar pollos.


2 comentarios:

  1. carlos, cronica sencilla sin muxos adornos pero igual interesante ke todas las demas ,chapo con esa peazo de memoria ke tienes

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  2. Buena crónica chaval, pero sigo diciendo que con la Occam ibas bastante mejor por estos terrenos, mucho mas estable que el ejendro ese de manca con ruedas grandes ja,ja,ja, y nada de ponerte un suspenso aqui todos sobresalientes o la puta al rio......

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