Aunque tan sólo sea una vez al año, me encuentro en la
necesidad de reencontrarme con este blog
y sobre todo, con el espíritu con que se creó. Por esos y otros motivos dejo aquí
una pequeña crónica de lo que aconteció el pasado sábado 08 de septiembre del
2012.
Al menos yo, no veía el momento de hacer una ruta por la
sierra. En esa semana un insensato se
llevó con su coche a Rafa por delante, habíamos comentado hacer algo especial,
pero tal vez el incidente nos atenazó un tanto, así que no fue hasta el
mismo viernes cuando decidimos hacer una
ruta por el parque de los alcornocales. Nos juntamos literalmente cuatro
gastos. En Peguera, además de nuestros coches, sólo había otro más, con tres
jerezanos que comenzaron a pedalear unos minutos antes que nosotros, eran del
grupo “Me Temo lo Peor”, dos de ellos llevaban visiblemente estampado el dicho
nombre en los maillots.
El parque a pesar del verano tan seco, estaba precioso,
incluso en las primeras rampas te encontrabas
zonas de helechos que todavía conservaban sus tonos verdes. El fuerte viento de levante hacía algo más
que molestar en la subida. Como quiera que subimos con el corazón en un puño,
pronto pillamos a los jerezanos, y no porque no estuvieran fuertes, que lo
estaban de sobras, si no porque en principio querían tomárselo con, al menos, más calma que nosotros. Pero una vez agrupados
cualquiera los dejaba atrás. Total que el primer tramo de ascenso los hicimos a
excelente ritmo con estos monstruos jerezanos y menos mal que coincidimos con
ellos, que se conocían muy bien los
caminos, si no probablemente hubiéramos afeado la ruta, cogiendo el asfalto en
el cruce del EVA 11, mientras que de la otra manera enlazamos con la carretera
que une los puertos de Galiz y Picacho, muchos kilómetros más adelante. Una vez
llegamos a la carretera, los “me temo lo peor” se descolgaron y es que no fue
para menos. Kike subió como si estuviera llaneando y como los
demás intentamos seguirlo, al final
llegamos al cruce donde comienza la ascensión al Aljibe lo suficientemente
temprano como para plantearnos tocar cumbre.
Ya sabemos que el ascenso al Aljibe, lo habían arreglado,
que ya no estaba roto y todo lo demás. Pero los rampones siguen siendo los
mismos, allí los descansos tienen un 16
% de desnivel y sólo duran unos metros,
lo normal es toparte con declives larguísimos de mucha más enjundia. A
mí, al menos, sus más de cuatro
kilómetros se me hicieron durísimos. El sol a estas alturas pegaba de lo lindo,
había verdaderos enjambres de moscas y lo peor, tábanos, que pecaban “bocaos”, Ni el “tábano de Miramundo” ya sabéis a quien
me refiero. Todavía luzco tres hermosos ronchones, uno del tamaño de una moneda de diez duros en la
espalda. Más que insectos aquellos
bichos parecían vampiros. Como no podía
ser de otro modo Kike volvió a despegarse. El resto en un racimo desperdigados
por la subida, Manu a la caza, y Vito echando literalmente el hígado, con tal
de tocar cima antes que yo y donde Luis Juan no paraba de quejarse, aunque eso
sí, nunca nos perdió de vista. Casi en
la cima nos encontramos con una atleta que ya encaraba el descenso ¡Menudo
mérito el del tipo!
A la hora de dar la
vuelta es cuando realmente el ascenso adquiere su verdadera envergadura, los
frenos rápido se calientan y la posición en la bici tiene que ser de claro
descenso, pues si no, fácil podías salir
disparado por arriba. Aproveché la oportunidad para desde la cima, sacar unas
fotos del horizonte, y de las soberbias vistas, en especial las del vecino pico
Picacho.
Otra vez en la carretera, había que aprovechar lo bien que
íbamos de tiempo, así que nada de relajarse ni en el descenso, como suele decirse
¡Con tó metío!, asi hasta que la carretera se invirtió camino, esta vez
del EVA 11. Luego en el cruce, en busca de la Peguera, gran parte era en descenso pero hubo también que volver a subir
cuestas. Kike que se había marcado los hasta ahora 70 km como un toro recibió
una inesperada visita del Tio del Mazo, evidentemente no lo dejó KO, porque
Kike es mucho Kike, eso si no le quedó más remedio que reservarse y pedalear
con moderación en retaguardia. El cielo estaba límpido de nubes, el sol bien
arriba, permitía reflejar un azul espectacular, las vistas eran tan
maravillosas que nos vimos en la necesidad de parar para hacernos unas fotos,
entre ellas estas que evidencian el buen
ambiente y las ganas de chufleo que siempre nos acompañan, máxime si Vito está
por medio:
Tras la pausa, algunos bien hubieran querido que nos lo tomáramos
con más calma, pero desafortunadamente para ellos no fue así, porque otros,
sobre todo Rumanu, era ahora cuando
mejor nos sentíamos. Así que ahora tú, ahora yo, y después el otro, sucedió lo de siempre, que viene a ser que no sólo disfrutamos de la vistas y el entorno, hubo
tiempo también de disfrutar del estado de forma.
Después y ya en el ultimo descenso hacia Peguera, que
algunos para variar, hicieron disparados, detuve la bicicleta y sólo rodeado de
los sonidos de la naturaleza saqué fotos como estas.
Al final 85 km de alta montaña, completados a buen ritmo, con humor y
risas de por medio y con estos cuatro monstruos
de la bicicleta, que son Manu (Rumanu), Vito (Victorovich), Luis (Cardiaco) y
Kike (así sin más pues por Enrique no lo conoce ni su madre).
Poco después nos detuvimos en la Palmosa a recuperarnos del
esfuerzo y como no, adiestrados por años de experiencia, nada mejor que una
buena cruzcampina para ello.
Ahora resulta que hay hasta estudios científicos que
corroboran, que el consumo de cerveza tras el ejercicio físico intenso es
bueno. Tampoco es una novedad, a veces los estudios científicos son como los
resultados estadísticos, que vienen a concluir en lo que ya todo el mundo sabe.
Que les pregunten a los constructores de pirámides, los egipcios ya sabían que
el mejor recuperador era la cerveza, por eso la convirtieron en su bebida
fetiche y de aquello hace miles de años. Aunque en honor a la verdad, todo hay
que decirlo, la cerveza del antiguo Egipto, difería mucho de la nuestra,
llegaba a ser tan espesa, que más que beberse se comía, tal si fuera nuestro
actual salmorejo. Esto nos lleva a la siguiente reflexión, si tan buen
recuperador es la cerveza, y si la misma se puede elaborar hasta convertirla en
un alimento sólido, no vendría mal hacer barritas energéticas de cerveza. ¡Quién
sabe! tal vez, podría resultar el invento del siglo.
Bonitas fotos Carlos. Tengo que encontrar un día para disfrutar con el grupo por aquellos parajes.
ResponderEliminarSoy Kiko