Libro de Visitas

miércoles, 12 de septiembre de 2012

PEGUERA - PICACHO- ALJIBE



Aunque tan sólo sea una vez al año, me encuentro en la necesidad  de reencontrarme con este blog y sobre todo, con el espíritu con que se creó. Por esos y otros motivos dejo aquí una pequeña crónica de lo que aconteció el pasado sábado 08 de septiembre del 2012.
Al menos yo, no veía el momento de hacer una ruta por la sierra. En esa semana  un insensato se llevó con su coche a Rafa por delante, habíamos comentado hacer algo especial, pero tal vez el incidente nos atenazó un tanto, así que no fue hasta el mismo  viernes cuando decidimos hacer una ruta por el parque de los alcornocales. Nos juntamos literalmente cuatro gastos. En Peguera, además de nuestros coches, sólo había otro más, con tres jerezanos que comenzaron a pedalear unos minutos antes que nosotros, eran del grupo “Me Temo lo Peor”, dos de ellos llevaban visiblemente estampado el dicho nombre en los maillots.
El parque a pesar del verano tan seco, estaba precioso, incluso en las primeras rampas te encontrabas  zonas de helechos que todavía conservaban sus tonos verdes.  El fuerte viento de levante hacía algo más que molestar en la subida. Como quiera que subimos con el corazón en un puño, pronto pillamos a los jerezanos, y no porque no estuvieran fuertes, que lo estaban de sobras, si no porque en principio querían tomárselo con, al menos,  más calma que nosotros. Pero una vez agrupados cualquiera los dejaba atrás. Total que el primer tramo de ascenso los hicimos a excelente ritmo con estos monstruos jerezanos y menos mal que coincidimos con ellos, que se conocían muy bien  los caminos, si no probablemente hubiéramos afeado la ruta, cogiendo el asfalto en el cruce del EVA 11, mientras que de la otra manera enlazamos con la carretera que une los puertos de Galiz y Picacho, muchos kilómetros más adelante. Una vez llegamos a la carretera, los “me temo lo peor” se descolgaron y es que no fue para menos.  Kike subió  como si estuviera llaneando y como los demás  intentamos seguirlo, al final llegamos al cruce donde comienza la ascensión al Aljibe lo suficientemente temprano como para plantearnos tocar cumbre. 
Ya sabemos que el ascenso al Aljibe, lo habían arreglado, que ya no estaba roto y todo lo demás. Pero los rampones siguen siendo los mismos, allí los descansos tienen un   16 % de desnivel y sólo duran unos metros,  lo normal es toparte con declives larguísimos de mucha más enjundia. A mí, al menos,  sus más de cuatro kilómetros se me hicieron durísimos. El sol a estas alturas pegaba de lo lindo, había verdaderos enjambres de moscas y lo peor, tábanos, que pecaban “bocaos”,  Ni el “tábano de Miramundo” ya sabéis a quien me refiero. Todavía luzco tres hermosos ronchones, uno  del tamaño de una moneda de diez duros en la espalda. Más que insectos   aquellos bichos parecían vampiros.  Como no podía ser de otro modo Kike volvió a despegarse. El resto en un racimo desperdigados por la subida, Manu a la caza, y Vito echando literalmente el hígado, con tal de tocar cima antes que yo y donde Luis Juan no paraba de quejarse, aunque eso sí, nunca nos perdió de vista.  Casi en la cima nos encontramos con una atleta que ya encaraba el descenso ¡Menudo mérito el del tipo! 
 
 A la hora de dar la vuelta es cuando realmente el ascenso adquiere su verdadera envergadura, los frenos rápido se calientan y la posición en la bici tiene que ser de claro descenso, pues si no,  fácil podías salir disparado por arriba. Aproveché la oportunidad para desde la cima, sacar unas fotos del horizonte, y de las soberbias vistas, en especial las del vecino pico Picacho. 

Otra vez en la carretera, había que aprovechar lo bien que íbamos de tiempo, así que nada de relajarse ni en el descenso, como  suele decirse  ¡Con tó metío!, asi hasta que la carretera se invirtió camino, esta vez del EVA 11. Luego en el cruce, en busca de la Peguera, gran parte era en  descenso pero hubo también que volver a subir cuestas. Kike que se había marcado los hasta ahora 70 km como un toro recibió una inesperada visita del Tio del Mazo, evidentemente no lo dejó KO, porque Kike es mucho Kike, eso si no le quedó más remedio que reservarse y pedalear con moderación en retaguardia. El cielo estaba límpido de nubes, el sol bien arriba, permitía reflejar un azul espectacular, las vistas eran tan maravillosas que nos vimos en la necesidad de parar para hacernos unas fotos, entre ellas estas que evidencian  el buen ambiente y las ganas de chufleo que siempre nos acompañan, máxime si Vito está por medio:
 
Tras la pausa, algunos bien hubieran querido que nos lo tomáramos con más calma, pero desafortunadamente para ellos no fue así, porque otros, sobre todo  Rumanu, era ahora cuando mejor nos sentíamos. Así que ahora tú, ahora yo, y después el otro,  sucedió lo de siempre, que viene a ser que  no sólo  disfrutamos de la vistas y el entorno, hubo tiempo también de disfrutar del estado de forma.
 

Después y ya en el ultimo descenso hacia Peguera, que algunos para variar, hicieron disparados, detuve la bicicleta y sólo rodeado de los sonidos de la  naturaleza saqué  fotos como estas.
 

 
Al final 85 km de alta  montaña, completados a buen ritmo, con humor y risas de  por medio y con estos cuatro monstruos de la bicicleta, que son Manu (Rumanu), Vito (Victorovich), Luis (Cardiaco) y Kike (así sin más pues por Enrique no lo conoce ni su madre). 
 
Poco después nos detuvimos en la Palmosa a recuperarnos del esfuerzo y como no, adiestrados por años de experiencia, nada mejor que una buena cruzcampina para ello.
Ahora resulta que hay hasta estudios científicos que corroboran, que el consumo de cerveza tras el ejercicio físico intenso es bueno. Tampoco es una novedad, a veces los estudios científicos son como los resultados estadísticos, que vienen a concluir en lo que ya todo el mundo sabe. Que les pregunten a los constructores de pirámides, los egipcios ya sabían que el mejor recuperador era la cerveza, por eso la convirtieron en su bebida fetiche y de aquello hace miles de años. Aunque en honor a la verdad, todo hay que decirlo, la cerveza del antiguo Egipto, difería mucho de la nuestra, llegaba a ser tan espesa, que más que beberse se comía, tal si fuera nuestro actual salmorejo. Esto nos lleva a la siguiente reflexión, si tan buen recuperador es la cerveza, y si la misma se puede elaborar hasta convertirla en un alimento sólido, no vendría mal hacer barritas energéticas de cerveza. ¡Quién sabe! tal vez, podría resultar el invento del siglo.

1 comentario:

  1. Bonitas fotos Carlos. Tengo que encontrar un día para disfrutar con el grupo por aquellos parajes.
    Soy Kiko

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