Libro de Visitas

domingo, 1 de mayo de 2011

Lo que no pudo ser: Ruta Facinas- Silla del Papa

Habíamos planeado un ruta bien distinta a la que al final resultó. Pacopil, muy a pesar suyo, se convirtió en uno de los protagonistas.

Comenzamos en la Venta el Nene, cien metros de llano y luego subida y más subida, así durante casi ocho kilómetros ¡Menudo cuestón! Las primeras rampas, las del pueblo, ya superan el 20 % de inclinación, lo idóneo para ir calentándolo las piernas.

En la víspera Makina dijo que le daba miedo el cartel de asistentes, no se por quién lo diría. Lo cierto, en las primeras rampas la gente comenzó a apretar como si lo que nos quedara por delante fuera una sencilla cuesta de dos kilómetros. Enseguida se despistó la cabeza, atrás nos fuimos quedando Juan, Paco, yo y sorprendentemente Dani, y es que nosotros si sabíamos lo que nos quedaba por delante y no teníamos intención de desfondarnos a las primeras de cambio, lo que no quiere decir que subiéramos relajados, que no lo hicimos.

El piso no estaba excesivamente roto, pero había mucha piedrecilla suelta y arena mojada, por lo que las ruedas lastraban garrafalmente. Paco comenzó a quejarse por no andar como al le hubiera gustado, decía llevar una semana sin pillar la bici y dudaba si había hecho bien en apuntarse a última hora como lo hizo. Fue descolgándose sin llegar nunca a perderse de vista, pero estaba sufriendo un poco más que el resto.

Cuando llegamos a la altura de la antena militar, los de cabeza bajaron de la misma a darnos el encuentro, aproveché para sacar la cámara y echar unas cuantas fotos, entre ellas, esta de Pacopil.

Comenzaba ahora una sencilla bajada sin mucho desnivel, cuando aquello se complicó una pizca, en la primera curva cerrada que nos encontramos Paco pierde la rueda delantera y se da de bruces con el suelo. El problema es que no llegó a ver la caída y en consecuencia ni le dio tiempo a sacar o poner las manos, fue a golpearse de cara con el albero.

_¡Dios, me he echado la cara abajo! _ dijo entre suspiros desde el mismo suelo, pues esa era la sensación que tenía.

Sin embargo y por fortuna no fue así, un pequeño golpe en el labio, y un sencillo rapón en la barbilla y otro menor en la nariz. La frente se llevó la peor parte, pues con el golpe las gafas le causaron un corte encima del entrecejo de unos cuatro o cinco centímetros. Cosas del destino, debió pensar en aquel preciso instante. Recordad que hace casi un año, en una salida ordinaria de las nuestras, subiendo la cuesta de los conejos, Paco fue a estamparse con un chaval que bajaba la mar de tranquilo. Aquella vez Pacopil se desvió a su izquierda evitando un charco, pero lo hizo sin mirar, con toda la mala fortuna de que venía el otro bajando. La colisión fue monumental. El peor parado fue el que bajaba, pues las gafas se le habían clavado en similar sitio que ahora lo habían hecho en la frente de Paco. ¡Maldita jodida coincidencia! Y ¡Maldita y jodida mala suerte! Bueno, tan mala no, pues al menos, el corte de Paco, siendo aparatoso, tenía poca profundidad, poco más de un milímetro (al otro se le veía hasta el hueso). De cualquier modo era una herida lo suficientemente importante como para que necesitara sutura. Así que nos planteamos que hacer. Alguno dijo de seguir hacia delante, pero lo más sensato era regresar a Facinas, allí debía de haber un dispensario, y aunque fuera domingo un servicio de guardia.

Paco seguía lamentándose de su mala suerte y dudaba de que realmente no se hubiera echado la cara abajo, Makina que le había sacado una foto se la mostró para que saliera de dudas.


Hicimos el descenso con un poco de cautela, llegando al pueblo Dani le preguntó a un abuelo caminante por el ambulatorio y este indicó que al final del pueblo, así que descendimos casi hasta la altura de los coches, pero viendo que por allí no había ni rastro tuvimos que volver a preguntar.

_¡Por aquí! ¡El ambulatorio! _ contestó admirado el interpelado_ Pero si el ambulatorio está arriba del todo, justo detrás del Ayuntamiento.

Resignados, sobre todo Paco, tuvimos que volver a subir. Para cuando encontramos el servicio sanitario, tuvimos que llamar a un timbre. Al buen rato asomó una enfermera que se llevó al lesionado para dentro, desaparecieron en una habitación.

Los de fuera, como quiera que suponíamos a nuestro amigo Rumanu probando la Rallón de testeo, pues había prometido salir a probarla aunque para eso tuviera que ir solo, pues con el leñazo de Paco nos vino a la memoria, así que un tanto intranquilos le pegamos un toque al teléfono para saber cómo le iba. Pero no lo daba cogido. ¡Qué raro! Pensamos.

Por su parte Angelito que había perdido en el descenso el cuenta kilómetros, mientras esperábamos las curas, él deshizo el camino con el fin de buscarlo y eso aunque la empresa fuera igual de complicada que encontrar una aguja en un pajar. Por su parte Makina se había metido en la sala de curas, imaginadlo, le dio charla a todo el mundo y a todo el mundo quiso sacarle fotos, la enfermera se negó pero sacó un reportaje de la sutura de Paco, al mismo tiempo que se quejaba de los pespuntes o del grosor del catgut que había elegido.

Al cabo de un rato regresó Angel quien milagrosamente había dado con el cuentakilómetros, poco después salió el composturado y Makina que había logrado convencer a la enfermera para que, al menos, nos sacara una foto a todos juntos.

Paco regresó al coche y a su vez a la Isla. Nosotros volvimos a retomar el mismo ascenso kilométrico de antes, pero a fin de que se nos hiciera más ameno decidimos complicarlo desviándonos por el primer carril que encontramos. Resultó ser un camino más estrecho y roto que el anterior, pero con unas vistas impresionantes.

Avanzada la cuesta a Makina le hizo un extraño la bici, se apeó de la misma y el resto seguimos, convecindos de que no necesitaba ayuda, pero como quiera que no daba asomado di la vuelta para darle el encuentro. Lo encontré manipulando el cambio, no sé qué demonios se le habría metido allí, o con que lo había golpeado, lo cierto el cambio estaba totalmente desvencijado. Intentamos enderezarlo, pero que va, sólo conseguimos mover la patilla. Regresó Litri, que como experto mecánico, al ver el cambio sentenció que lo más sensato era quitarlo y poner la cadena a piñón. Así que eso hicimos, intentamos primero asentarla en el plato mediano y un piñón intermedio, pero la jodida cadena no encontraba ese acomodo y tendía salirse; al final acabó acomodándose en el plato grande y el más pequeño de los piñones, tal vez, la mejor convinación para subir cuestas como aquellas. Cualquier otro con ese desarrollo se hubiera resignado a regresar , pero le había sucedido a Makina.

_Con este piñón bajo de escándalo y subiendo, pues nada, si no puedo moverlo me lanzo a la carrera.

Como quien lo dijo fue Jose Antonio Butrón, de los Butrón de toda la vida de la Real Isla de León, dicho y hecho, nos lo tomamos con la misma normalidad que él. Al cabo de un rato, lo llamativo fue comprobar como para que Makina no nos dejara atrás, tuvimos que apretar la cadencia de pedaleo. Comenzó a llover y poco nos importó, aunque cada vez lo hiciera con más fuerza. En un cruce de caminos decidimos tomar el desvío hacia la derecha, el camino parecía como si los estuvieran creando, mucho pedrolo suelto y trozos de arboleda, recién podada, sembrados por aquí y por allá; a su vez las vistas eran espectaculares, a lo lejos llegaba a divisarse la playa de Bolonia. Continuamos por la ladera durante unos cientos de metros hasta que el camino desapareció, acabó o sencillamente se interrumpió. Nos vimos obligados a regresar sobre nuestros propios pasos, para coger el anterior desvío. Continuaba lloviendo aunque cada vez en menor medida. En un largo y duro repecho Bajadita echó el pie atierra y solidariamente se puso a correr junto a Makina. Pero cualquiera es capaz de sacar una zancada como la de este alienígena. Al final el camino desembocó en la misma cuesta de antes, con lo que eso implicaba.

Dani se lanzó con Chechu a la cabeza, Lagarto y Diego a la caza, Makina, aunque fuera corriendo, iba a la zaga; Angelito, Juan y yo lidiábamos en retaguardia. Total, que volvimos a darnos otro calentón. Al llegar arriba tenía intención de seguir, pero era el único que pretendía extender la jornada, a lo sumo, sólo Makina, a pesar de su bici rota, mostró interés en continuar. Ante semejante seguimiento no me quedó más remedio que transigir y con el resto inicié el regreso y el largo descenso. Ahora mis compañeros no tomaron ningún tipo de precaución, se lanzaron como posesos y para cuando llegamos al pueblo y el descenso se presentó por asfalto, la velocidad pasó a ser descomunal.

_ ¡Qué pasa tios, es que ninguno de vosotros tiene memoria! _ apunté en tono de guasa una vez les di alcance ya en los coches_ ¡Que pronto se os olvida el color de la sangre!

_La verdad es que estamos un poco locos _ contestó únicamente Diego, aunque el resto se sonreía_ En un momento determinado le eché un vistazo al cuenta y marcaba setenta y tantos.

Juan sacó su móvil y me enseñó el perfil de la ruta que nos habíamos marcado. Metía miedo, 38 kmts en los que habíamos logrado concentrar más de 1400 mts de ascenso y otro tanto de bajada. En cantidad no son los reglamentarios de KAY, pero en calidad vaya perfilito.

Luego Makina abrió el capó de su coche y sacó una garrafa de Pedro Jiménez y envueltas en papel fue sacando catas para cada uno de nosotros. Menudo detalle y menudo brindis. Sin embargo ahí no acabaron nuestras peripecias, tras recoger los bártulos y adecentarnos un poco, nos metimos en la Venta el Nene. Éramos los primeros, así que nos acomodamos en la barra, para dar cuenta de los habituales chicharrones.


Makina que ya de por sí, no se corta ni un pelo, había que verlo con esa copita de “Pedrito” haciéndole efecto y en consecuencia alimentando su verborrea. Comenzaron a dejarse ver por la barra, todas la niñas del Nene, que son unas pocas, y no veas las que le cayó. Makina les sacó el nombre, les hizo fotos juntas y separadas, todo un auténtico numerito.

Rumanu por fin dio señales de vida, al final no había salido con la Rallón, se había resignado a hacerse una kilometrada con Rafa en la flaca.

El regreso a casa se hizo sin el menor de los incidentes.

WEB PLAYER:

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1 comentario:

  1. ke susto la caida de Pacopy tio,por lo demas fue un entreno de pocos kms pero de mucha calidad

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